dimarts, 31 d’agost del 2010

La consagración del entretenimiento


Tomo prestado el título de un capítulo del ensayo de Denis Olivennes, La gratuidad es el robo, que presenta con esta reseña y que todos los que sienten preocupación por el desarrollo de la cultura, deben leer:

La cultura no es sólo una mercancia. Tampoco es gratuita. Y es, precisamente, por el efecto del mercado por lo que las creaciones del espíritu han dejado de estar reservadas a una élite para convertirse en accesibles a todos. Ahora bien, esto es lo que peligra hoy: la creación y la diversidad cultural están menos amenazadas por el "imperialismo americano" o la "tiranía del ocio" que por la piratería. La gratuidad de la cultura mata la cultura.

Vaya por delante, para que nadie haga demagogia con este tema, que estamos de acuerdo con lo que dice Enrique Martínez Ballesteros, Director General de FNAC en España (que regaló el libro): " Estamos en la era tecnológica. Nadie puede negarlo, ni debería hacerlo. Todos los días damos las gracias por ciertos adelantos que tenemos tan interiorizados que no concebimos la vida sin ellos...forman parte de nuestra realidad(...) Hace dos días eran otros los protagonistas: la máquina de escribir, el fax y esos teléfonos fijos(...) También eran adelantos, cada uno en su tiempo. Antes y ahora, todos ellos tienen algo en común: son meros canales que, sin un mensaje que comunicar, no tendrían razón de existir (...) Detrás de cada contenido hay horas, días, meses, incluso años de trabajo que de alguna manera tienen que ser recompensados al igual que pagamos los servicios de cualquier otro profesional.

Muchos dirán : Claro, es el director de FNAC ¿ qué va a decir si vive de vender estos productos? Pues vamos a ver que piensa Jorge Semprún. Tras analizar la evolución del debate en torno a lo que se ha dado en llamar "piratería", que ha acercado a liberales y libertarios. Parafraseando a Olivennes, destaca que "El pirateo rompe la cadena de producción y distribución de las obras. Los libertarios están muy satisfechos. Pero, al mismo tiempo, los mecanismos de protección de la diversidad cultural también saltan en añicos. Los liberales aplauden con ambas manos. Unos y otros están de acuerdo en sublimar al individuo (consumidor para los liberales, ciudadano para los libertarios) cuyo derecho a "gozar sin límites" para retomar el eslogan de 1968, debe prevalecer, según ellos, sobre el interés general de preservar una creación nacional fuerte y diversa.

Para Olivennes esto es una ilusión, henchida de consecuencias diversas. Según él, la gratuidad en Internet no existe. El "pirata" ha pagado su ordenador, su grabadora y su abono a Internet
(le ha faltado decir que el creador de contenidos también). Las industrias culturales se ven progresivamente debilitadas por el pirateo, pero las industrias electrónicas y de telecomunicaciones, por su parte, se enriquecen gracias a ello(...) estamos ante una manifestación de capitalismo salvaje: una industria (la de las nuevas tecnologías) aprovecha la inexistencia de normas para realizar una operación de saqueo sobre una industria más débil ( la de los contenidos).

Semprún concluye: " Nuestras sociedades europeas deben discutir todo esto, rápida y profundamente. No podemos esperar a que la tecnología decida por nosotros."

Las declaraciones del Presidente de Telefónica, hechas ayer, evidencian lo certero de estas reflexiones, no voy a decir intelectuales, porque la palabra quema. Pero si quiero añadir algo, bajando al terreno de la praxis. No voy a hablar de los pobres manteros que venden productos que ya no son rentables, producidos por mafiosos a escala global, con una calidad y precio ya nada competitivo (la trampa se va desenmarañando), sino es preciso que todo el mundo conozca que, cuando un joven músico hace un concierto en un local público, que lucha por crear nuevas tendencias, fuera del circuíto de las empresas de nuevas tecnologías, que nos venden en el mismo paquete internet y TV (ambas de su propiedad), no sólo no cobra, sino que incluso paga por, contribuir, contra su voluntad, a la consagración del entretenimiento.

Ahora, reducidos los salarios, recluida la gente en su hogar, llega esta amenaza a los que han creido que se podía crear algo en la red, aparentemente más democrática. Ya sabéis el refrán popular: "Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar". Cada vez que hagamos clic o doble clic para publicar, o 'subamos' (aún no comprendo esta nueva terminología) alguna imagen, de uno tan desgraciado como nosotros, las empresas de telefonía, en permanente alerta, intentarán cobrar esta osadía, que ya han cobrado por adelantado para permitirte este cliqueo, que por lo que se ve empieza a atacarlas a ellas mismas. Hall se autofagocita, después de dejar multitud de débiles víctimas en el camino.

La Historia, como un relato literario o cinematográfico, tiene una estructura circular, que mediante el eterno retorno nos hace volver a los orígenes. Semprún hace referencia al Mayo Francés del 68, que reclamaba el derecho a gozar sin límites; pero en este viaje algo ha cambiado, hemos perdido la inocencia y sabemos que este disfrute no es nunca general, que hay vencedores y vencidos y que, como siempre, el derrotado es el que curra.

Nosotr@s llevamos varios blogs educativos, que consumen muchas horas de nuestro ocio; el fruto de nuestras reflexiones descansa en miles de libros, revistas y otros materiales que inundan nuestras habitaciones, y que, por supuesto compramos, así como las películas y los discos. Tarkovski fue un cineasta, que murió pobre, como tantos que han dedicado su vida a la creación mientras los beneficios los recaudaban otros; si lo traigo a colación es porque tenía claro que toda elección impone un sacrificio: cuando compramos libros, discos, DVDs o revistas, con nuestras modestas economías, sacrificamos lo que otros consideran la buena vida: viajes de placer, restaurantes...No discuto el derecho a vivir de quienes se dedican a estas actividades, lo que me parece muy cínico es que desde la otra orilla se pretenda disfrutar de las nuestras 'gratuitamente'. Como dice Olivennes: Cuando oigo la palabra "comercio" echo mano de mi cultura.

Vencido y derrotado el ejército de bienpensantes,
ll
ega la hora la verdad: a partir de ahora crear será una inverión ruinosa.

El libro está escrito desde la reflexión y la experiencia. Por favor ¡compradlo!





La revolución industrial liberó al hombre y le dio tiempo libre para el ocio, pero antes el hombre debió luchar contra la avaricia de los propietarios de los medios de producción; ahora, olvidada la lección, se ha creido que el enemigo era el trabajador de la cultura, en la que se basan las nuevas tecnologías, que venden este tipo de producto. Ayer se dio un golpe a esta 'ilusión' de una realidad ficticia creada por el marketing industrial.

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