dilluns, 3 de maig del 2010

Andrei Tarkovsky, Solaris



Andrei Tarkovsky es uno de los mejores directores que ha tenido Rusia. Ingmar Bergman dijo sobre su obra La infancia de Iván ( León de Oro del Festival de Venecia ) que : " Es un verdadero milagro. Me sentí conmovido cuando descubrí que todo lo que yo quería contar, pero que no sabía cómo expresarlo, estaba en esta película". Su lenguaje lírico y visionario, y su visión comprometida le crearon problemas en su país natal. Desarrolló una teoría a la que llamó esculpir el tiempo, y es cierto que cuando ves Solaris (1972) te trasladas a aquel momento en el que Rusia estaba en la vanguardia de la investigación espacial ( en 1957 habían lanzado al espacio el sputnik 1, primer satélite artificial de la historia ), que influyó tanto en la imaginación de los hombres y en los juegos de los niños ( se aconseja Good Bye Lenin, de Wolfgang Backer ), pero también empieza a mostrar algunos signos de la que sería su futura decadencia en la estética sombría, a pesar de la gran belleza de sus decorados minimalistas.

También era un hombre de su tiempo al que preocupaba la moralidad de la ciencia (HirosHima y Nagasaki ), la muerte, la vida, el amor, los problemas de la pareja...Hoy, como ya hemos dicho en el comentario de Avatar, cuando se han cumplido los peores pronósticos de estos intelectuales, atentos observadores de los movimientos sociales, ellos ya no pueden contemplar el fenómeno de la globalización que ha dado lugar a la primera crisis económica mundial, sin precedentes en la historia, o al calentamiento de la tierra y el agotamiento de sus recursos.

Tarkovsky, instalándose en una narrativa de ciencia-ficción, imagina un planeta en el que existe un océano, Solaris, que un científico, el Doctor Messenger, considera como un cerebro gigante capaz de pensar. El agua, en sus múltiples manifestaciones (mar de Solaris, lago, lluvia...) simboliza el conocimiento, al que el hombre intenta acceder; este mismo científico afirma que lo que está en juego no es la solarística, o estudio del comportamiento de este océano, sino los límites del conocimiento humano, al que no se puede poner límites de manera artificial, lo que supondría un duro golpe al pensamiento ilimitado. Pero dice algo mucho más inquietante, que nos debe hacer reflexionar: "al obstaculizar el avance favorecemos el retoceso"-

Estas reflexiones las hace tras el fracaso de una expedición, de la que sólo regresa un helicóptero, tripulado por Berton, que hace un informe en el que habla de formas extrañas en Solaris, que es despreciado por los científicos. En la estación espacial quedan: un astrobiólogo, Sartorius, un cibernético, Snawt y un fisiólogo, Guibarian, que encabeza la investigación. Kris Kelvin, protagonista, es enviado con el objetivo concreto de cesar las investigaciones y sacar la estación de su órbita, con lo que legaliza de facto el fin de la investigación solarística, o influir sobre el océano con radiaciones de alto poder penetrante. Este propósito choca con Berton, que, aunque quiere que siga la investigación, no es partidario de obtener conocimiento a toda costa, ya que la verdadera sabiduría se basa en la moral. Kris cree que ésto depende del hombre y le recuerda Hirosima.

Hasta este momento el autor nos ha ubicado en el marco teórico y espacio-temporal en el que se va a desarrollar una historia muy inquietante. Cierra esta primera parte con un viaje por carretera de Berton y su hijo, que dura casi una secuencia entera, sin destino conocido ( bellísima). Cuando Kris llega a Solaris se encuentra con una situación que jamás hubiese sospechado: Guibarian se ha suicidado, después de intervenir con rayos x en el océano, lo que ha desencadenado una serie de hechos sorprendentes e imposibles de desentrañar por el grupo de científicos: los pensamientos humanos, generados durante el sueño, toman vida a la vista de los demás. Inmediatamente se produce una batalla sórdida entre Kris, que ha generado la réplica de su esposa muerta ( a estos seres les llaman visitantes), a la que quiere conservar, y el astrobiólogo Sartorius. Es la batalla atávica del hombre por la inmortalidad, el mito de Fausto, encarnado por Kris, y la postura pragmática del científico que cree que no se puede alterar el curso natural de los acontecimientos. Tantas veces como muere Shari, resucita, como Sísifo que sube constantemente la misma montaña; mientras Sartorius busca su desmaterialización, lo que al final consigue. En sus conversaciones con Snow, Kris descubre que lo que ha matado a Guibarian ha sido la vergüenza, probablemente por las consecuencias de sus intervenciones, y que será la vergüenza ( y no los complejos, como afirman algunos ) la que salvará a la humanidad.

Los visitantes son producto de la conciencia del hombre, que Solaris genera tras observarlo; igual que en la vida real, Kris abandona a su mujer porque en el fondo está enamorado de una madre que murió joven, cuando él aún era un niño, y esto le atormenta. Desmaterializada Shari, se genera el duplicado de la madre que le cuida; es decir, se repite la historia. En definitiva, el protagonista ha convertido un problema cinetífico en una historia de amor y arrepentimiento.

La película contiene varios debates filosóficos; sobre el sueño que iguala a los hombres y las mujeres, al pastor y al rey, partiendo de una lectura de "El Quijote" de Miguel de Cervantes; del amor a la humanidad, que atormentó a Tolstoi. El amor, en el sentido más amplio, no sólo el romántico, es un sentimiento que se puede experimentar, pero no explicar como un concepto. Se ama sobre todo lo que se puede perder, y, hasta ese momento la humanidad y la tierra eran inaccesibles para el amor. ¿Estaban allí para sentir por primera vez al ser humano como motivo de amor ?

En una conversación entre Snow y Kris, sobre la condición perecedera del hombre, reflexionarán sobre el sentido de la vida, el sentido cósmico que los antiguos percibían tan bien. Cuando el hombre es feliz estos temas tan trascendentales le interesan muy poco, y Snow cree que deben ser abordados al final de la vida. Ante la objeción del protagonista de que al desconocer cuando nos llegará la muerte nos apresuramos a conocer, su contertulio le responde que pensar en esto es lo mismo que conocer el día de la muerte y es precisamente el desconocimiento de ese día lo que nos hace inmortales.

Con la agudeza propia del intelectual Tarkovsky hace decir a Snow que la situación se normalizará y surgirán nuevos problemas. Pero, detrás de los problemas que hoy nos agobian están los mismos miedos: al desamor, a la muerte... En su discurso, frente a Bergman y otros cineastas occidentales sólo falta Dios.

Ambos científicos observan que en el mar de Solaris están produciendose cambios, están surgiendo islas de esperanza. Terminado el film, la cámara se aleja, se eleva y al ampliar su foco vemos que la casa en la tierra, a la que ha regresado Kris, es una pequeña isla en el mar de Solaris.

¿Qué es Solaris ? ¿Qué somos nosotros ? ¿Que monstruos genera nuestro subconsciente cuando dormimos y no dominamos nuestro pensamiento ni lo cohibimos? ¿Será verdad que algún día alguien sentirá vergüenza por su desamor a la humanidad y desandará el camino vergonzante recorrido? . Motivos serios de reflexión. Tarkovsky demuestra cómo se puede hacer el discurso más profundo instalándose en la ficción.

Steven Soderbergh hizo un remake de este film en 2002, pero todo el debate filosófico quedó reducido a una historia de amor intrascendente, entre un hombre, encarnado por George Clooney, y una mujer. Intenta imitar la estética sombría de Tarkovsky. Lo consigue a veces; abundan los flash-backs explicativos, de los que no hay ninguno en Tarkovsky.







Es curioso que la nave tenga una decoración tan mundana, como la que vemos en esta estancia.




Mientras el padre ojea unos libros una gotera le moja constantemente el cuerpo, sin que parezca persibirlo ¿?




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