dijous, 20 de maig del 2010

Marleen Gorris, Antonia

Antes de comenzar el comentario de esta película quiero hacer una introducción, que explique el contenido del filme, al menos en parte, ya que es muy rico en tópicos literarios y máximas filosóficas.

Maite Sarrió Catalá afirma que, "tanto los hombres como las mujeres somos víctimas y a la vez responsables del sistema creado ya que lo somos de las creencias que lo generan. Unos y otras sufrimos distintas formas de discriminación y desempoderamiento sin plantearnos que contribuimos a la construcción de esta realidad sexista y violenta, puesto que nos la creemos sin cuestionarla y así la convertimos en realidad. Primero en nuestra subjetividad y después en nuestras acciones. Puesto que nuestra identidad es sexista (creencias y pensamientos) se basa en elementos sexistas, la realidad que generamos es sexista, nuestras relaciones lo son y también las estructuras y sistemas que mujeres y hombres creamos," " La socialización del género nos violenta porque provoca que crezcamos como seres incompletos y dependientes del encuentro de la mitad que nos completa, cuando nacemos siendo seres con un potencial infinito de cualidades y características muy diversas,"

Marleen hace en Antonia un recorrido por los temas que tanto han preocupado a los grandes cineastas varones, como Bergman, Fellini o Tarkovsky, como : la vida, la muerte, Dios, la pareja, en este caso no siempre convencional, y los tópicos del tempus fugit o el locus no tan amoenus. Esta historia atraviesa cuatro generaciones de mujeres, que han ido evolucionando desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y está enriquecida por una galería de personajes con roles sociales diferentes, que juntos constituyen un puzzle social muy complejo: la familia rica, en cuyo seno se cometen todas las atrocidades (humillación, estupro, violación, maltrato de las mujeres), " donde las fuertes voces de los varones predominan sobre el silencio de las mujeres"; los deficientes psíquicos Deedee y Williem; los alienados (La Madonna Loca y el Protestante ) ; el personaje felliniano, Olga, que regenta un bar, y es además comadrona y enterradora ; el capellán, que cuelga la sotana porque no podía conciliar su amor a la vida con el amor a la muerte de la Iglesia; el granjero Bas, un emigrante, que tras veinte años de presencia en el pueblo, aún tiene dificultades de integración. Pero el personaje más importante, que cohesiona todas las historias es Dedos Torcidos, filósofo, teólogo. científico, que vive rodeado de libros y sabe, según Antonia, más de lo que le conviene. En el cementerio las tumbas de los resistentes al fascismo.

Terminada la guerra, Antonia, mujer valiente y positiva, garbanzo negro de la olla, regresa a su pueblo, donde está su madre que vive atormentada por el recuerdo de su marido, un viejo verde, adúltero y degenerado. Tras echarle en la cara a su hija su abandono muere, en una habitación con cierto lujo, pero abandonada y llena de telarañas, de una edificación que, curiosamente, se llama La Casa Rosa. Desde el primer momento queda claro que estas mujeres optan por el binomio amor/libertad, frente al de miedo/violencia, y cuando el buen granjero Bas, que está enamorado de Antonia y tiene un montón de hijos, le pide el matrimonio con ese argumento tan convencional de que sus hijos necesitan una madre, ella contesta que no necesita a sus hijos, ni tampoco un marido. No obstante La Casa Rosa se convierte en un centro de acogida de todos los marginados, por distintas razones: Bas y sus hijos, Deedee, violada por su hermano Pitte; Williem, deficiente mental explotado por el terrateniente...


La hija de Antonia, Danielle, estudia arte en la ciudad, y decide tener un hijo sin padre, para lo que utiliza a un guapo joven, urbanita y desempoderado, un gigolo hermano de una mujer, Letta, permanentemente embarazada,a la que conocen en una casa de mujeres caídas, que según Antonia no se levantarán jamás. También ella acabará rfugiándose en La Casa Rosa y emparejándose con el ex-capellán, con el que tiene numerosos hijos. Therese, la hija de Danielle, adopta a Dedos Torcidos como el padre que no conoce y como referente intelectual y espiritual. El resultado es una mujer cerebral e intelectual, que no busca en el hombre el paternalismo cultural y prefiere emparejarse con Simon, hijo de Letta, al que, al menos, le une una infancia feliz en común. Su madre encontró el amor en su maestra y formaron una pareja que duró toda la vida. De una madre decidida y liberal, surge una mujer sin prejuicios, que tiene una hija ya absolutamente independiente, que no quiere ataduras y no siente la maternidad, papel que desempeña Simon, su pareja.

El pueblo soporta en silencio todas las aberraciones y barbaridades que se producen en su seno, y censura el comportamiento tan liberal de estas mujeres, que se extrañan de que aún queden monjas y viven su vida independiente y sin complejos; cuando el capellán se atreve a compararlas con Jetzabel, que causó la ruina del pueblo judio y a pedirles humildad, sumisión y castidad no dudan en chantajearlo por sus inclinaciones pederastas y el abuso a menores de la colectividad. Acabará dejando la Iglesia por la vida. La imposibilidad de alcanzar la justicia con mayúsculas, favorece que la gente se la tome por su mano, con minúsculas. En el pueblo, silencio.

Llegado el momento en que sus mujeres han encontrado su camino, a Antonia le surge el deseo y le propone a Bas una relación libre y periódica, cuyo santuario no será la casa de ninguno de los dos, sino un territorio imparcial: una cabaña en el bosque, ocupada con toda la solemnidad que la decisión exige. Mientras Deedee, embarazada de Williem, opta por el matrimonio. El tiempo dará a luz y se reproducirá a sí mismo, dice Antonia.

Todo el discurso está armado en torno al pensamiento de Schopenhauer y Nietzsche, actuando como medium Dedos Torcidos, que les da el soporte intelectual ideológico y las acoge bajo sus alas protectoras, no jugando al rol de hombre que la sociedad le reserva. Respecto a la fe dice que la tragedia de quienes creen en Dios es que ésta domina el intelecto y a menudo son causa de muerte y destrucción; ante el alumbramiento de una nueva vida por Therese, le reconviene y le recuerda que "el mundo es un infierno habitado por almas atormentadas y demonios. y que es obligación del hombre ahorrarle el sufrimiento a una nueva vida y no cargar con el crimen a sangre fría de traerlo a un mundo podrido". Ella opta por tener a su hija Shara, a pesar de que siente, desde su mente privilegiada, que, como dice Dedos Torcidos, lo mejor es no nacer jamás, no existir, no ser nada, y lo segundo mejor es morir. Finalmente se suicida y le escribe una dolorosísima carta a su "hija " Therese: "Mi queridísima hija es absurdo creer que el dolor constante que nos aflige se debe sólo a la casualidad. El sufrimiento no es la excepción, es la regla. ¿A quién podemos culpar de nuestra existencia ?...Yo me acuso a mí mismo puesto que no creo en Dios, no creo que haya otra vida. Me gustaría engañarme pensando que habrá un postre celestial tras un indigesto plato principal. Nunca he podido aceptar la equivocación común de pensar que todo será mejor algún día; nada será mejor, como mucho será diferente. Ya no quiero pensar, por encima de todo no quiero pensar." Tremenda reflexión.

Cuando Shara le pregunta a su abuela por Dedos Torcidos, ésta le explica que ha muerto, ha sido incinerado y vuelve a la tierra, donde surgirá algo nuevo, porque la vida quiere vivir. Pero éste es el único baile que bailamos. El tiempo conquista al tiempo y, aunque nazcan menos niños, nacerán los suficientes para que el mundo siga girando. Tempus fugit y no hace caso de la vida ni de la muerte, de la decadencia o del crecimiento, del amor del odio o los celos. Ignora todas estas cosas que son tan importantes para el hombre y que hacen que se olvide del tiempo.

Un epílogo cierra el filme: "Cuando acabe esta narración nada habrá terminado".

La película está estructurada como un gran flash-back, artificio muy recurrente, en el que Sarah, la bisnieta de Antonia es la narradora, porque es a ella a quien la abuela ha decidido avisar del momento de su muerte, del privilegio de estar presente cuando el alma se separe del cuerpo formidable de su bisabuela.

Es un orgullo para nosotras contar con una directora, que se rodea de un equipo con presencia importante de mujeres, para contarnos una historia que nos habla de los temores colectivos, de su sometimiento al cacique, pero a veces de su rebelión, cuando violan a Therese, de la integración de los emigrantes, del papel de la religión, muchas veces desempoderante, y de la injusticia de una sociedad que divide a los seres humanos, según su sexo, atribuyéndoles roles diferentes, lo que genera violencia y conflicto, por la necesaria complementariedad de unos y otros. Pero también hay hombres que, por su ideología, su discapacidad, su formación intelectual, se integran en esta pequeña célula matriarcal, en la que buscan el amor y la libertad y no la competencia y el enfrentamiento.

Parece que, a diferencia de Bergman o Tarkovsky, grandes directores, a los que admiramos profundamente, Marleen Gorris no vive atormentada por la existencia de Dios y ve la muerte como una parte del ciclo natural de la vida. Pero también nos avissa de que el tiempo huye y lo perdemos, porque vivimos en una sociedad que nos absorbe con esas creencias que entre todos hemos creado.









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