diumenge, 7 de març del 2010

Martin Scorsese: Shutter Island




Trauma es la palabra en torno a la cual se articula la diégesis del discurso del film de Martin Scorsese, Shutter Island, con la doble significación del término: griega, herida que sangra, y alemana, sueño. Dos historias, una real, la de un hombre acorralado por circunstancias letales que se han conjurado contra él y le han hecho enfermar de paranoia (locura colectiva, guerra, asesinato y muerte); otra ficticia, coartada alternativa que ha generado una mente inteligente ( afirmación en boca de todos los personajes) para no afrontar su realidad.

Todo está orquestado magistralmente para introducir al espectador en ambos mundos, el thriller policial y lo surreal, gótico y onírico, con una mise en escène virtuosa, un uso de la cámara driscreto pero efectivo y un score envolvente, elemento narrativo que contribuye a generar un clima que nos lleva al infierno de Shutter Island. Otros artificios, como la semantización del color, contribuirán a confundir al espectador, introduciéndolo en dos mundos diferentes: el psiquiátrico, fríos marrones y grises, y los sueños deformados en tonos brillantes.

Podemos enlazar esta cinta, un auténtico nine, con el final de El huevo de la serpiente de Bergman, en la que el Doctor Naehing (Max Von Sydow), que dirige la institución, es ese "Doctor Mabuse" (Fritz Lang) , su heredero el Dr. Baum ( más elaborado) y el Doctor Vergerus, del alemán, que realiza experimentos con seres vivos, mediante la administración de narcóticos , psicotrópicos o neurolépticos que producen locura ( no es casual que elija para este papel al actor fetiche de Bergman); su pronunciación de la lengua inglesa le delata como posible antiguo nazi. El Doctor Cawley (Ben Kingsley), que está al frente de los experimentos, los clasifica en intrusivos (lobotomías) y quimioterapeúticos, ambos destructivos de la psique humana; eran las prácticas de la época, que coincide con el Comité de Actividades Norteamericanas. Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) es el paciente más peligroso porque entiende todo el proceso.




Pero Escorsese, aunque de origen italiano, es un cineasta de los Estados Unidos, y los primeros quince minutos nos remiten a Hammett o Patricia Highsmith, entre otros y al film noir de la época, en la que unos teóricos policías judiciales acuden a la isla a investigar la desaparición de una paciente. Desde el principio Teddy Daniels luce una tirita en la frente, que te inquieta todo el tiempo; confiesa a su compañero que lo que le lleva a la isla es la búsqueda de un pirómano que ha quemado su casa con la consecuencia de la muerte de su mujer por inhalación de humos, no quemada, obsesión que repite obstinadamente. Pero sus sueños (traum) van revelando progresivamente el autoengaño del protagonista y los monstruos que su mente ha generado: el fantasma de una niña, una mujer que ha asesinado a sus hijos, una psiquiatra (Rachel Solando), víctima de sus prácticas, matanzas de nazis...




Pero ha borrado de su mente, mediante el armazón de una historia alternativa tan creíble que envuelve al espectador hasta engañarlo totalmente, a sus tres hijos, asesinados por su mujer, Dolores (Michelle Williams), uno de los cuales es la niña que se le aparece constantemente recriminándole su ceguera que le ha impedido salvar a ella y a sus hermanos.

Las dos líneas son muy interesantes: la que nos conduce a través de los experimentos de los científicos nazis, que Teddy conoció durante su participación en la Guerra Mundial y en la liberación de los presos de los campos de concentración (casi su única verdad) y otra que nos introduce en las prácticas psiquiátricas de la época y en la persecución de comunistas por el Comite de Actividades Antiamericanas creado por McCarthy.

Teddy Daniels, víctima de la paranoia de una época, ( que quizás se esté produciendo ahora, tras el 11-S, por eso tanta referencia a Bergman y a su huevo de la serpiente), ha sufrido diversos traumas (heridas que sangran abundantemente), que no podrá superar, por lo que acabará siendo lobotomizado, en un faro (referencias góticas). ¿Se trata de una segunda intervención, lo que explica la tirita de la frente?; según los doctores lleva ya dos años en el centro. Yo me inclino, con riesgo de equivocarme, por esta interpretación. La mayor coartada para su historia alternativa es la psiquiatra huida y perseguida por oponerse al sistema.

La película dura 138 minutos, que no pesan, que te tienen atrapada por una ejecución genial todo ese tiempo. Escorsese logra el milagro: una síntesis entre el mejor cine europeo y el siempre buen cine americano, que conecta con Bergman y con el cine negro de los años cincuenta. Investigación de crímenes y reflexión sobre la incubación del huevo de la serpiente, dos discursos que se alternan y te atrapan de principio a fin, de tal manera que muchos espectadores inteligentes no saben qué carta jugar. Estoy de acuerdo con Carlos Boyero cuando afirma que se pierde un poco en el intrincado mundo onírico (quizás desorden intencionado y buscado por el autor), que queda enmarcado entre un principio y un fin inmejorables en su ejecución.

Martin Escorsese nos brinda su mejor trabajo en mucho tiempo, en un film que conecta con la Nouvelle Vague y su mayor aportación: el cine de autor. Pero esto lo logra sin renunciar a su herencia americana y la cultura de la action que la caracteriza. El autor reconoce las influencias de Fritz Lang, Hitchcock y Sam Fuller; si lo enlazo con Bergman es porque este autor es el que introduce al doctor maligno con fines políticos más sofisticados y experimentos con la mente humana, como hace Escorsese al asociar dichos crímenes con los nazis y el macarthismo.

Este curso cinematográfico ha dejado dos grandes obras para la posteridad: Teniente corrupto de Herzog y Shutter Island de Escorsese. En nuestro país apuesto por Ágora de Amenabar, que también logra una síntesis entre la forma de hacer americana y las reflexiones culturales europeas; nunca le agradeceremos bastante el que diera a conocer al mundo a una mujer que hasta ahora estaba en el rincón de la historia.



5 comentaris:

  1. El compañero hace el gesto negativo con la cabeza a los demás cuando Di Caprio le dice que tienen que intentar escapar de la isla. Es en ese momento cuando el otro comprueba que todavía no está curado. Por otro lado, Di Caprio dice eso aposta, porque no quiere seguir con esa locura, y ha tomado la opción de la lobotomía, que es a donde le llevan luego. No hay otra explicación, aunque es cierto que hasta ese justo momento cabe la duda.

    ¿No os fijasteis que el paisaje final, el jardín, el ambiente, en realidad era mucho más tranquilo y relajado que al principio de la película y durante su transcurso? el gran acierto de Escorsese consiste precisamente en mostrarnos la realidad pero en parte distorsionada por la locura de DiCaprio.

    Hay muchos detalles esclarecedores. Por mencionar uno, al principio el compañero se lía a la hora de entregarle la pistola al guardia. Se nota a la legua que nunca ha utilizado una.
    FELIXON

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  2. ¡Me sentí engañado! Después de ver la peli salí de la sala creyéndome timado por Scorsese y aún ahora me siento así. Esta peli es un despilfarro de tiempo, durante más de la mitad de la película Scorsese te hace creer que estás en un thriller, bastante gótico y espeluznante, para acabar con una “ida de olla” en mi opinión: de lo más absurdo y paranoico que he visto en cine.
    Josep.

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  3. Shutter Island nos traslada a 1954 y nos presenta a Teddy Daniels (DiCaprio), un agente judicial que se dirige, junto con su compañero Chuck Aule (Mark Ruffalo), a una pequeña isla donde está situado un hospital psiquiátrico en el que se internan a los enfermos más peligrosos. El motivo del viaje es la misteriosa desaparición de una peligrosa paciente, cuya fuga tiene desconcertados a los encargado de la institución. Nada más llegar a la isla, Daniels, quien esconde la verdadera razón de su implicación en el caso, descubre que no será fácil encontrar a la mujer, ya que nadie parece dispuesto a colaborar con ellos.

    Entrando en la pesadilla

    Desde la primera escena, se nos muestra que Daniels no está bien. Primero culpa al viaje en barco, está mareado. Habla con su compañero, con quien no había trabajado antes, y se distrae por un momento. Le aclara que es viudo. Un pirómano incendió el bloque de apartamentos donde vivían y él estaba de servicio, no llegó a tiempo. Esto es, Daniels va a la isla en mal estado, tanto físico como anímico. Desde que desembarcan hasta que llegan al portón principal, la siniestra institución es presentada magníficamente con un acompañamiento musical que hiela la sangre (compuesta por Robbie Robertson, colaborador habitual de Scorsese), la 3ª sinfonía (Passacaglia, Allegro Moderato) de Krzysztof Penderecki. La sensación es que Daniels está entrando en el infierno.

    En la puerta, le quitan las armas. Allí mandan los vigilantes del centro/prisión. Pronto les presentan al Dr. John Cawley (Ben Kingsley), la cabeza visible de la institución médica, quien desde el principio se muestra reacio a colaborar con los agentes en la forma que éstos demandan. Revisan la habitación donde residía la paciente y Daniels descubre un pedazo de papel oculto en el suelo. “La ley de los 4; ¿quién es el paciente 67?“. Cawley no tiene ni idea de qué significa. Hablan con los empleados y Daniels vuelve a descubrir algo: uno de los guardias no estuvo en su puesto todo el tiempo. Interrogan a un grupo de pacientes y uno de ellos escribe “RUN” (“HUYE”) en la libreta del agente. Los guardias salen a buscar a la desaparecida, pero no hacen nada realmente, porque piensan que ha muerto. Todo es demasiado raro en Shutter Island. Sin duda, algo huele a podrido allí dentro, y Daniels está dispuesto a destaparlo.

    La película va pasando de inquietante, tenebrosa, a opresiva, agobiante. Scorsese ha preparado un oscuro y retorcido laberinto en el que el protagonista se va perdiendo cada vez más, incapaz de fiarse de nadie, ni siquiera de su compañero, decidido cueste lo que cueste a resolver el misterio de la paciente y saldar una cuenta pendiente personal, que tiene con alguien que podría estar escondido en aquel lugar. Los cuidados escenarios, la banda sonora, la atmósfera, la puesta en escena, las interpretaciones, todo está perfectamente orquestado para diseñar una implacable tela de araña que atrapa tanto a Daniels como al espectador. ¿Qué es verdad? ¿Qué ocurre allí realmente?
    [...]

    JUAN LUIS CAVIARO.

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  4. [...]
    Resolviendo el puzzle

    Presentada la institución mental, sus extraños habitantes y los enigmáticos empleados (entre ellos un doctor alemán, interpretado por Max Von Sydow, del que desconfía plenamente Daniels), y con la investigación bloqueada por falta de pruebas, toca centrarse en Daniels. El temporal que azota la isla (lo que hace imposible marcharse de allí) y la atormentada mente del protagonista parecen una misma cosa. Desde que el agente entra en el recinto se siente especialmente violento, vulnerable a las miradas, las palabras y el aire que se respira en Shutter Island. Todo le afecta allí dentro. Y su cabeza es el campo de batalla. Las heridas del pasado vuelven al presente. Recuerda lo que vivió siendo un soldado, recuerda a su amada esposa (Michelle Williams)...

    Los sueños poco a poco parecen mezclarse con la realidad. Daniels cree que le están administrando drogas. Sus desconfianzas iniciales van aumentando y pronto sospecha que ha caído en una trampa. Las incontables piezas del puzzle parecen ir encajando, formando una terrible imagen en la que los médicos son los principales enemigos. Daniels está convencido que le han llevado allí para convertirse en el paciente 67 al que se refería la paciente desaparecida… El suspense llevado al máximo. Toca resolver el asunto. Llegamos al clímax… y cuando se descubren las cartas, en mi opinión, ‘Shutter Island’ da un bajón impresionante. Tanto que parece una broma. Pero no, se le empieza a explicar la película al público (recurso burdo donde los haya) y uno va resignándose. Bueno, pues nada. Superado el impacto del jarro de agua fría, la película vuelve a recuperarse. DiCaprio está demasiado enganchado como para dejar que aquello se eche a perder, y los otros actores le siguen. El final recupera el mejor tono del film, acabando en una escena extraordinaria.

    En definitiva, es difícil recomendar este film, porque una vez que te descubren el pastel la cosa pierde muchísimo. ‘Shutter Island’ tiene grandes momentos, una atmósfera muy cuidada y un reparto impresionante (todos están estupendos, y es una gozada ver a gente como la citada o a Jackie Earle Haley, Emily Mortimer, Patricia Clarkson y Elias Koteas, aunque su participación sea mínima). Pero el guión de Laeta Kalogridis, en la parte final, hace aguas por todas partes. Sencillamente, una vez resuelto el misterio, todo lo anterior no cada con la resolución, hay demasiadas incoherencias, es como si hubieran intentado hacer dos películas al mismo tiempo y las hubiesen montado a la vez. La verdad, me interesaba más la investigación policial de la isla, con la conspiración y el progresivo descenso al abismo de Daniels, que todo en lo que se convierte después la película. Pero bueno, hay que aceptarla como es, con sus aciertos y sus errores. ¿Lo mejor de Scorsese-DiCaprio? No, sigue siendo ‘Infiltrados’.

    JUAN LUIS CAVIARO.

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  5. Estoy muy contenta con las colaboraciones que suponen, como las vuestras, un enriquecimiento del debate en torno a una de las pocas satisfacciones que nos dejan disfrutar en la vida: ver una buena película.Felixon da un detalle que no había tenido tan en cuenta como el de la tirita, pero que, junto al de que no había trabajado con anterioridad con Chuck Aule, que señala Caviaro, nos van arrastrando hacia el laberinto, al final del cual está el faro, la lobotomía, es decir el Minotauro, que va a demoler los muros que había levantado Teddy contra la realidad.Todo es un delirio del protagonista, que hacía ocho meses ya había sido sometido a un tratamiento, que no había dado resultado, como confirman el doctor John Cawley y el psiquatra, imaginado como un agente judicial por Teddy.

    Estoy de acuerdo con Ángel Quintana, cada vez más, y sobre todo después de leer vuestros comentarios. Scorsese no busca adentrarse en el mundo de lo onírico y lo absurdo, sino que el autor, como el buen contrabandista, busca el modo en que se filtra una cierta versosimilitud dentro de algo "que no cesa de traicionar su propia verosimilitud" Lo que hace verosimil a Teddy Daniels es su inteligencia que le permite descubrir los procedimientos que se utilizan para anular a los disidentes, a los que vuelven del horror de las guerras y, como sucede ahora tras los enfrentamientos en Afganistán o Irak, acaban suicidándose (En el Valle de Elah) o matando a sus mujeres.La sociedad acomodaticia levanta muros más altos que los de Shutter Island entre ellos y la verdad.

    Lo que la hace más difícil de comprender es el intento de expresar unicamente por medios audiovisuales teorías y situaciones muy complejas,sin grandes enunciaciones ante la pantalla, como hacían Bergman, Fellini o Antonioni. Escorsese se ha permitido el lujo de mostrar un autor que, como él mismo reconoce cree que "Persona de Bergman, puede ser vista como una película entretenida, cuando Gogard, ni más ni menos, dijo que no la había entendido.

    Lo más importante es que genera un debate que permite reconstruir el puzzle, como dice Juan Caviaro

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