dijous, 18 de març del 2010

Un cuento de Fallas


Ahora que estoy invadida por el furor, y, aunque sé que se debe escribir serena y reflexivamente, es necesario que transmita el sentimiento que me abruma, antes de que me se me pase. Hay "gente" que cree que una fiesta popular es el marco idóneo para romper todas las reglas de convivencia social; al día siguiente se convertirán en "perfectos ciudadanos" con un exquisito sentido de la educación... de los demás.

Han echado de las calles a todo aquel que no sabe vivir en la selva, pero como el cuerpo es débil y necesita alimentarse, armándome de valor he salido a comprar lo necesario para supervivir en mi voluntario exilio interior. Mas, eh aquí que, al salir de un centro comercial, me he visto sorprendida por un bombardeo, que más que artificial parecía real . y no crea el que lo lee que provenía de grupos de marginados sociales o jóvenes, si no de una "aparente" familia de orden compuesta por abuelo, hijo cuarentón y nuera ( o al revés, que afortunadamente no tengo nada que ver con ellos) con niño incluido. El Benjamin Button de la familia ha explosionado un cohete que ha aterrorizado a una pobre mujer con tres niños pequeños, y luego sumamente divertido ha tirado otro en mi dirección, como si estuviera ante un videojuego y su propósito fuera "matar" desvalidos. Cuando le he recordado sus deberes civiles, el padre de "Benjamin Button · me ha dicho que no soy valenciana y que les estaba amargando la fiesta, e, incuso chulescamente se ha ofrecido a acompañarme a buscar un policía . Su impunidad se basa en que yo no tenía autoridad para arrastralo ni había agentes cerca, y escondido entre la multitud podía seguir haciendo sus fechorías; en caso de ser cogido in fraganti, debe ser de los que creen que con un buen abogado el puro te cae a tí o a los propios representantes del orden.

Como no me he quedado satisfecha, cuando he visto a unos agentes les he inquirido sobre mis derechos; su respuesta ha sido de lo más satisfactoria, han llamado a los compañeros que estaban en la zona donde se han producido los hechos para que estuvieran atentos a las acciones de tan respetables ciudadanos y obraran en consecuencia, después de describirlos adecuadamente como ese tipo de gente que se "la coge con papel de fumar". Me han dejado contenta moral y cívicamente. He de decir que la mujer del grupo, y lo digo sin demagogía ha sido la más prudente y me ha parecido un poco avergozanda de la actitud de "sus hombres".

¿Ahora quien se comunica mal con sus ciudadanos ? ¿Qué hacen nuestras autoridades para evitar el ingreso en centros hospitalarios de víctimas de estos propagadores del "terror" entre los ciudadanos más débiles: niños y ancianos? ¿Dónde están los carteles anunciando que sólo se pueden utilizar estas "armas artificiales" en los lugares destinados a ello y no por donde circula la gente que, aunque sean Fallas, no por eso tienen que dejar de atender a sus obligaciones cotidianas?

No sólo es una cuestión de mala comunicación, sino de demagogia de la mala. Si nuestras autoridades no quieren soportar nuestros lamentos aguafiestas, que nos pagen un viaje a la antípodas, tras aprobar un plan de ayuda a las vistimas de la barbarie.





Espero y confio que ésto no sea la esencia de lo valenciano.

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