dimarts, 29 de desembre del 2009

La flor del mal, fuerte y venenosa





El tema que vamos a tratar es muy delicado. Cualquier profesional de de la educación, especialmente los que ejercen tutorías y sobre todo aquellos que reciben alumnos procedentes de casas o centros de acogida, conocen la dificultad de penetrar en las causas de la disfuncionalidad de algunos alumnos, con buenos o malos resultado académicos. Generalmente se trata de niños procedentes de familias desestructuradas pobres, pero también hay casos de gentes caidas en desgracia por otras causas, en ocasiones muy graves. Recuerdo a mi profesora de alemán, Marion, que volvió a su pais, Alemania, en los momentos difíciles de la unificación y que tenía un pensamiento recurrente: temía caer en la pobreza.
Para tratar este tema hemos elegido un film duro de Peter Kosminsky, director y productor inglés, antiguo colaborador de Claude Chabrol:
La flor del mal. Warner Bros Pictures with Pandora. Director: Peter Kosminsky. John Wells Production. Casting: Alison Lohman, Robin Wright Penn, Michelle Peiffer, Renée Zelweger...
Es una película de mujeres, en la que los hombres realizan un papel muy secundario.Kosminsky realiza un gran flashback, que al final explicará: la protagonista no entiende el principio de su desgracia hasta que al final la madre proporciona las piezas que faltaban en el rompecabezas de sus vidas. Ingrid (Michelle Pfeiffer), madre de nuestra protagonista Astrid (Alison Lohman), es una mujer culta, exquisita, una gran artista, pero tiene un gran defecto: es como las adelfas (vemos algunos planos en los que las conserva en vasos de leche), fuerte y venenosa. La niña vive en este ambiente elegante y elitista, pero su madre no acuede a ninguna de las llamadas que se le realizan desde el Instituo, que cree que no tienen el suficiente interés intelectual , ya que nadie conoce mejor a su hija que ella misma, a la que educa independiente, perfecta y solitaria, no influenciable, es decir, su fiel retrarto.
El problema es que cuando mata a su amante la hija cae en la más profunda indefensión y comienza un itinerario desde casas de acogida a centros del mismo carácter. Va pasando por diversos ambientes, más vulgares, aunque quizás más humanos, que aquel en que se ha criado, pero su madre intenta seguir dirigiéndola desde la carcel, mediante cartas que refuerzan el mensaje de que ellas son fuertes y que debe evitar al amor que le dan otras personas, porque humilla, mientras el odio hace a la gente resistente.
Por otra parte la adopción de adolescentes no está exenta de dificultades, es dificil su encaje en otras estructuras familiares y escolares, y cuando se trata de una niña guapa y de educación selecta produce celos de las mujeres que las adoptan. Pero el conflicto decisivo se producirá cuando entre en contacto con Claire (Renée Zellwegwer) una mujer sensible, una actriz fracasada , que llega a quererla de verdad. La madre ante los celos y el temor de perder el amor de su hija, a la que prefiere ver en la peor casa de acogida, y tras una atenta observación de Claire, a la que le envía cartas y con la que fuerza una conversación en la que la enfrenta a su propia debilidad e inestabilidad, ésta se suicidia. De esta forma anula la única posibilidad de su hija de integrarse en la sociedad.
Astrid vuelve a la East Residence, después de acusar a su madre de envenenar a Claire con palabras y de ser un enemigo de la gente. Alli se reencuentra con Paul Trut, hijo de unos yonkis, y adopta un look siniesto, aquel que más puede dañar a su madre.
En la víspera del juicio, la madre le manda periodistas que la apoyan y a su abogada para que testifique a su favor. Hacen un pacto: la madre le cuenta la verdad de su vida y ella mentirá en la vista. Tras una conversación dura y reveladora entre ambas, por primera vez en su vida Ingrid se comporta como una verdadera madre y decide evitar a su hija el tener que mentir en una vista. Pasará el resto de la vida en la carcel, desde la que continuará su actividad creadora y hará reportajes de sus obras en la revista "Times".
Reflexiones pedagógicas:
Padres, profesors y otras instituciones debieran colaborar para integrar a niños sometidos a estos avatares de la vida que los convierten en adultos prematuros con un lado oscuro dificil de penetrar. La normalización viene en demasiadas ocasiones de la mano de sus iguales, jóvenes que ha sufrido situaciones similares. La actuación de los agentes sociales no se puede dar si no existe un proyecto institucional sincero.











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