divendres, 4 de juny del 2010

Roger Vadim: Y Dios creó a la mujer


Reconozco que cuando he visto este filme de Roger Vadim me ha invadido una gran rabia y me ha disgustado en extremo. La leyenda que acompaña al DVD no se corresponde al contenido, pues reza lo siguiente: "Brigitte Bardot da vida a una huérfana de 18 años y ninfómana que es adoptada por una familia con tres hijos. Mantendrá turbias relaciones con hombres mucho mayores que ella, se casará con un joven tímido al que engaña sin parar y sólo una violenta pelea la reconciliará con la vida."

Da la impresión de que el que ha escrito no ha visto la película, no la ha entendido y, si efectivamente Roger Vadim quería decir ésto lo ha hecho muy mal. No han acertado ni al contar la historia. Juliette (Bardot) trabaja en la librería de sus padres adoptivos, que no son los de Antoine (Christian Marquand) o Michel (Jean Louis Trintignant ). Lo único cierto es que creó el mito de BB y un escándalo monumental al exhibir a la joven de forma muy provocativa, motivo que dio lugar a que el filme se prohibiera en muchos paises.

Dejando de lado un guión infumable, responde ante todo a una fantasía masculina, incluso del director, cuya cámara se regodea a gusto con el cuerpo de una joven enamorada, casta, que promete más que da, lo que aumenta su aureola de mujer excitante e inalcanzable. A pesar de que es teóricamente pobre, es una pija que no pega ni golpe, sólo piensa en tomar el sol, bailar y atraer a los hombres. En una ocasión, "muy enternecedora", incluso le da un beso a una niña. Todos son malos y malas, malísimas con ella. Su único pecado es casarse con Michel y acostarse después (una sola vez) con su hermano Antoine, del que siempre ha estado enamorada, pero que la ve como un juguete sexual. Tras una pelea con un empresario muy bueno , (Curt Jürgens) en cuyo transcurso Miguel le pega un tiro en el costado, vuelve a casa con su marido. ¡Qué remedio! Pero sin más.

Es el tipo de película en el que quien más debió disfrutar fue el director y su equipo, volcando en la protagonista sus propias fantasías. Como mujer me ofende ese tratamiento de una fémina cosificada cuyo único objetivo en la vida es dar placer a los hombres, con sólo mirarla; como ser humano es vacía y carente de interés. Para muchos supone el prolegómeno del cine erótico. "Para huir", que diría la cartelera Turia.




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