dimecres, 3 de febrer del 2010

Ingmar Bergam III . Los comulgantes







Los comulgantes



Según Angel Llorente "No se pueden ver las obras de Bergman con los ojos de la intolerancia, la mediocrfidad y la beatería. Las obras del gran autor sueco son para ser recibidas con ojos limpios, recién lavados por el Concilio, si no, se seguirá acudiendo a ver los films de Bergman por las violaciones o cosas parecidas y no por sus auténticos valores religiosos y estéticos. "Los comulgantes no es la historia de un hombre que cree, sino ded un hombre que intuye la necesidad imperiosa de creer". Por lo tanto, absolutamente positiva." (Cinestudio, números 45-46. Madrid, mayo junio 1966).
En el siglo XXI cobra el mayor interés su obra con cineastas como Almodovar ( Los abrazos rotos) o Haneke (La cinta blanca), que, sin embargo no logran profundizar en la psicología humana como lo hace su maestro. No es la primera vez que Pedro Almodovar toma como referente al autor sueco, ya lo hizo en "Tacones lejanos", remake de "Sonata de otoño"; en esta ocasión fue mucho más afortunado.



Thomas( Gunnar Björstrand), pastor luterano, sufre la contradicción terrible entre su imposible amor a Dios, por su ausencia de fe y su negativa a convertirse en objeto de deseo de Marta (Ingrid Thulin), maestra de la localidad, por egoísmo y falta de sensibilidad (Juan Miguel Company), a la que humilla de manera semejante a como lo hará posteriormente el médico a la comadrona en "La cinta blanca"


Cuando Dios entra en contacto con la realidad, se convierte en una presencia monstruosa : "(...) llegué por casualidad a capellán de marina en Lisboa. Era durante la guerra civil española y nosotros estábamos en las primera filas. Rehusaba aceptar la realidad (...) Todo a nuestro alrededor bullía de vida sangrante de realidad. Pero yo o lo veía. Yo volvía la mirada hacia Dios. De vez en cuando confrontaba Dios con la realidad que veía, y se volvía feo, un dios-araña, un monstruo"

El referente histórico se torna grotesco cuando Jonax ( Max von Sydow), el pescador, está psicotizado por la vaga menaza de China a Occidente, que le acaba arrastrando al suicidio. Thomas le dice : " Tú me has dado tu miedo y yo te he dado un dios muereto".

La relación con la mestra es dolorosa, en una sociedad patriarcal en la que los hombres humillan profundamente a unas mujeres que parecen soportarlo todo. Marta escribe una carta porque las palabras escritas se convierten en fetiches de la realidad: "Cuando se habla se acaba por eludir"; esta carta, leida por la maestra en un primer plano mirando a la cámara, es la primera figura de convicción de "Los comulgantes". A pesar de las humillaciones sufridas, acabará soportándolo todo y el filme termina con la celebración de un sacrificio religioso con un evidente carácter simbólico, pues en la Iglesia sólo se encuentran Thomas como oficiante y Marta como fiel asistente; emisor y receptor en un acto comunicativio que " sólo es posible mediante la institución religiosa, aunque ésta se encuentre vaciada de todo su sentido ( ninguno de los dos cree en la función que representa


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