divendres, 2 d’abril del 2010

Eva , la cómplice inquebrantable.


Parece que Eva Braum no respetaba ninguno de los principios ideológicos del nazismo, ya que éstos son sólo de obligado cumplimiento para las masas; mientras la libertad de los líderes es ilimitada. Situados por encima del común de los mortales, pueden predicar sacrificios inhumanos para la población, de los que, cual dioses del Olimpo griego, están exentas las élites.

En las nuevas tesis revisionistas de la historia, parece que su vida era tan idílica que ni siquiera conocía las prácticas de exterminio del régimen. No dejó de sorprenderme la película El hundimiento, en la que, transcurridos los años, una íntima colaboradora de Hitler afirma desconocer las atrocidades que aquellos a quienes servía eran capaces de cometer.


Eva Braum, veinte años menor que su amante, se casó con él dos días antes de suicidarse con ácido prúsico, para dejar un bello cadáver; él además se aseguró la muerte pegándose un tiro.




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