dissabte, 24 de juliol del 2010

Wong Kar wai. Happy Together




Nuestra admiración por el autor de culto hongkonés es conocida, pero hoy, aprovechando las posibilidades que nos ofrecen los diarios de acceder a múltiples películas, que no habíamos visto en su momento, ha caido en mis manos una, que quizás sea la que más me ha gustado de él: Happy Together, con la que consiguió la meta de cualquier 'autor', el premio al mejor director en Cannes (1997). Fiel representante de la política de los autores aborda dos temas principales, que forman parte de los monstruos que genera la mente humana: la imposibilidad de mantener el amor en la pareja, trascendida al mundo gay, y la cuestión de la emigración mal resuelta, que deja en la cuneta a muchos seres humanos que luchan por mejorar sus condiciones de vida.

Dos jóvenes amantes, asimilables a cualquier pareja independientemente de su orientación sexual, que con gran maestria te hace olvidar el director, emigran desde Taipei a Argentina con el propósito de cumplir el deseo de presenciar el milagro de la naturaleza, la inmensidad , la amenaza del agua de las Cataratas de Iguazú, cerca de la triple frontera de Argentina, Paraguay y Brasil. Atracción por lo turbulento, lo inmanente, ol o descomunal de las aguas revueltas, despeñadas en grandes saltos a vacío, desplazamiento significativo de la virulencia de sus vidas. Estos sentimientos quedan aplacados por la suave, dulce y tranquila música de Caetano Veloso.

En la metadiégesis el tiempo, como protagonista de una historia de encuentos y desencuentros amorosos, " la imagen-tiempo directa que nos permite acceder a esa dimensión proustiana, según la cual las personas y las cosas ocupan en el tiempo un lugar incomensurable con el que ocupan en el espacio (GilesDelenze) ". El tiempo de estancia en Buenos Aires está estancado, en suspensión, como un antes y un después del discurrir de la vida de Fai; la fotografía, con luz semantizada, que va desde un degradado en blanco y negro, filtrado en verde, casi no-color, de los espacios de convivencia, hasta el color de la máquina de un aficionado de los bajos fondos bonaerenses, donde la única forma de vida para un emigrante pasa por la prostitución. Y, por último, la música diegética del Bar Sur, y el tango provocador, extradiegético, de encuentros y desencuentros, en un constante bucle de experiencias pasionales dentro y fuera de la pareja. La música que abre y cierra el film, y de cuyo título toma el nombre, Happy Togheter, canción de Turtles en versión de Frank Zappa, rememora lo que pudo haber sido y no fue, pero cuya belleza (tendemos a recordar sólo los buenos momentos ) queda en el recuerdo.

El film está b
asado en un relato del escritor argentino Manuel Puig, The Buenos Aires Affair, y protagonizada por el actor fetiche de Wong Kar Wai, Tony Leung Chiu Wai, en el papel de Lay Yiu Fai, y por Leslie Chung, como Ho Po - Wing. Conmueve el retrato de una pareja, en la que dos hombres se destrozan en la vida cotidiana, en la que surgen todas las contradicciones que tienen su cuna en la educación, las tendencias, el ambito familiar. Por razones que nadie puede interpretar correctamente, Tai es responsable, trabajador, activo, pero ello le quita poder ante un Wing caprichoso, ocioso, desleal y que provoca situaciones de tensión y violencia en el compañero pacífico y comprensivo, pero que en determinados momentos se ve desbordado. Lo mima, le compra tabaco, le cura las heridas que otros le han causado, trabaja para él y como pago recibe el desagradecimiento . Fai, consciente del eterno retorno de los avatares de la vida, piensa que todo lo que se va siempre vuelve, por desgracia para él.

En momentos de la mayor desesperación se encuentra con Chang, joven heterosexual, que le toma un gran cariño; con problemas de vista cuando era pequeño, se ha acostu
mbrado a aguzar el oído y cuando Fai vuelve a Taipei, va a cumplir el deseo del amigo ausente y visita Iguazú. La última vez que Chang aparece en la película, en un travelling circular maravilloso, desde la elevada atalaya que le proporciona un faro en Ushuaia, (Argentina), piensa en Fai y recuerda una cinta de casette en la que parece que todo se ha borrado y sólo escucha un canto con sus oidos privilegiados, el sollozo de Fai. En un tiempo no fijado, Fai acude en Taipei, a la tienda de comidas de los padres de Chang, y se lleva la foto del faro, al tiempo que piensa que si lo necesita sabe dónde encontrarlo. En este establecimiento descubre algo importante: el trabajo que realizaba en Buenos Aires, como captador de clientes para el bar donde trabajaba, es considerado propio de un mendicante en su país. Muchas veces ocurre esto, uno emigra para mejorar y acaba realizando tareas que no haría en su tierra; claro que su emigración no es económica, sino que responde a una llamada de la fantasía de los jóvenes.

Fai, desprendido de la mochila de Wing está en el camino de recobrar su felicidad, mientras éste, que ha quedado en Buenos Aires no puede abandonar la senda elegida de la prostitución, el maltrato físico, los golpes y la soledad autoimpuesta. Su última imagen, tendido en el suelo, agotado y triste es conmovedora.

Wong Kar Wai cumple con el ritual que le impone su política de autor, con temas transcendentes, como el amor, la imposibilidad de su supervivencia en la pareja, la emigración del hombre en busca de su subsistencia o de disfrutar de paisajes exóticos... Todo ello revuelto por el torberllino de un tiempo, que fija a las personas y las deplaza en un bucle continuo, en un torbellino que las lleva de un lugar a sus antípodas (Imagina Hong-Kong al revés ). Junto a estas turbulencias las aguas más tranquilas de una amistad, que en algún momento, tiene cierta ambiguedad.

La he vivido como uno de los esfuerzos inte
lectuales más serenos, penetrantes y desprovistos de cualquier intención a priori de la relación de una pareja, en este caso de dos hombres, como seres humanos, independientemente de su orientación sexual, que apenas percibes, evitanto en todo momento dar ningún tipo de satisfacción al morbo ni a la demagogia. Estupenda contribución, de gran belleza, a la convivencia en paz y feliz del ser humano. Nada es perfecto, ni tiene por qué serlo, pero siempre está en manos del hombre el poder elegir, aunque en este proceso se deba sacrificar algo que quieres, y que no renuncias a recuperar, aunque no sea de la misma manera, cuando la Ocasión se presente de nuevo en su eterno retorno.



Propuestas didácticas.

Esta película recomendada para los alumnos de segundo de Bachillerato, o para que los padres la vean con sus hijos en la tranquilidad del hogar, es muy didácitica y favorece la reflexión sobre la capacidad o incapacidad de ver la vida con el respeto y la ausencia de cualquier demagogia del realizador chino.

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