dimecres, 18 de novembre del 2009

Camille Claudel: un caso de maltrato psicológico


Camille Claudel nace en Aisné en 1864, desde pequeña desarrolla un extraordinario talento para modelar que es socavado por su madre quien considera que no se ajusta a las reglas burguesas de la época.
A los 20 años conoce a Auguste Rodin, (gracias al apoyo de su padre que hace oídos sordos a las criticas familiares), en esos momentos el escultor tiene 43 años; Camille se transforma en su discípula y amante.
Su cercanía al famoso artista le permite una tímida introducción en el mundo de la escultura. Aún siendo su toque creativo y personal permite que Rodin firme alguna de sus propias obras.
Su relación termina convirtiéndose en un vínculo de crecimiento y competencia personal y también de fuerte enfrentamiento ante los intentos de Camille de afianzarse profesionalmente y con nombre propio.
Su ruptura con Rodin, que se niega a deshacer su matrimonio para casarse con ella, precipita su alejamiento de los ambientes artísticos por haber perdido el apoyo “paternal” y social que Auguste le proporcionaba. Sin embargo al mismo tiempo continúa con una arriesgada postura creativa e intentando lograr una identidad personal.-
Finalmente y tras otra ruptura sentimental con Claude Debussy, también unido a otra mujer; pasa los últimos treinta años de su vida en un hospital psiquiátrico, abandonada por su familia, incluído su hermano el poeta Paul Claudel. Las cartas que escribe desde allí clamando por su salida de ese injusto encierro son desgarradoras.-
Era una perfeccionista y su autoestima, permanentemente contrastada, la llevó a destruír parte de su obra. Podemos considerarla una pionera en todos los sentidos, empeñada en que su arte se comparase al de los escultores hombres, fue más allá d etodas las barreras. hasta que el sistema logró acallarla utilziando la psiquiatrización como método.
Su historia personal constituye un claro ejemplo de los mecanismos que forjan una mujer vulnerable a la violencia de género en alguna de sus formas, además d eotras consideraciones vinculadas al imaginario femenino.
El detalle, en este caso, es que a pesar de haber enajenado en un principio su creatividad y proyectado su ideal del yo en Rodin; es capaz de continuar intentándo afianzar su obra, aunque de manera precaria, puesto que cuando el Yo no puede reforzar sus defensas, ni construír un self( una máscara que permita el accionar social) la única salida termina siendo la alienación en alguna de sus formas.
He ahí por qué muchas mujeres no denuncian las agresiones, ni dejan una pareja abusiva : su identidad depende de su agresor, es necesario recuperar lo depositado en esa relación patológica y construír sobre lo que hay, básicamente, “creyéndoselo”: “yo soy yo” por mí misma, y soy capaz de sobrevivir y aún vivir, sin que nadie me dirija o “proteja”.
Evidentemente, en el caso de Camille, su enfrentamiento con los valores sociales imperantes, la identidad de rol asociado a “la rara”, ” la loca”, ” la rebelde” dentro de su su familia y su afán de ayudar a Rodin a cambio de sentirse querida en lugar de trabajar sus propias creaciones, (quizás por esa narrativa familiar que la convertía en una “impresentable” socialmente hablando) pasó su factura, haciendo que su historia trascendiera más por sus desequilibrios psíquicos que por su habilidad técnica y su capacidad creativa y artística.
Muere en 1943.-

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