Joan Chen, que ha colaborado con grandes directores como Bertolucci u Oliver Stone, lleva a la pantalla un filme Otoño en Nueva York, que recoge lo peor del cine americano: la previsibilidad y la falta total de originalidad. Para ello se sirve de dos actores como Richard Gere (Willi) y Winona Ryder (Charlotte), el príncipe y la cenicienta, adobados con grandes dosis de melodrama edulcorado; ella es joven pero padece una enfermedad mortal, que acorta su esperanza de vida mucho más que la de su viejo amante, rico, riquísimo, como no podía ser de otra manera. Ella es única, el es tópico. ¿?
El clima, la edad del protagonista y la enfermedad de Charlotte confluyen en esa estación climática que simboliza el fin de una vida, la ralentización de la actividad de los hombres por la llegada de las nieves ( ya invierno), con toques de pretty woman. Rodaje, fotografía y edición correctas, pero carentes de emoción, de una originalidad que tienen a raudales directoras como Sofía Coppola o Doris Dörrie.
El clima, la edad del protagonista y la enfermedad de Charlotte confluyen en esa estación climática que simboliza el fin de una vida, la ralentización de la actividad de los hombres por la llegada de las nieves ( ya invierno), con toques de pretty woman. Rodaje, fotografía y edición correctas, pero carentes de emoción, de una originalidad que tienen a raudales directoras como Sofía Coppola o Doris Dörrie.
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