Esta viñeta en la que aparece una mujer afectada de prolapso uterino o desplazamiento del útero desde la cavidad pélvica hacia la cavidad vaginal, es particularmente ominosa. ¿Quién le ve la gracia? ¿Quién disfruta con las enfermedades de los demás? ¿Somos amargad@s por no deleitarnos con este bello dibujo?
Parece que hay algo que no han comprendido bien muchos lectores que se encuadran en un bando ideológico u otro para abordar las viñetas del Boletín de la malhadada sociedad de Obstetricia y Ginecología. No es una cuestión tanto de ideología como de humanidad. Cada uno podrá hacer chistes sobre lo que le dé la gana, siempre que no se escude tras la libertad de expresión para evadir sus culpas. Las constituciones europeas son garantistas de los derechos fundamentales de sus ciudadanos, la norteamericana da más libertad a priori pero no exime de responsabilidades: quien la hace la paga. Ya sabrá cada uno como tentarse la ropa antes de actuar. Aquí nos escudamos en la ideología y... ¡a sembrar partidarios!
Pero éste no es el problema ni tiene mucho que ver con lo chistoso o gracioso que sea ese ginecólogo de Oliva, que ya sabemos que muchos lo son, sin fijarse si hacen gracia o no; son simplemente patosos populistas. La cuestión se plantea porque muchas mujeres deben colocarse en posiciones indignas y mostrar sus partes íntimas ante un profesional, y no es agradable, pero sí necesario. ¿Qué pensarán a partir de ahora? ¿Que el médico, sometido al juramento de Hipócrates, aprovechara su visita para hacer un chiste entre cerveza y cerveza? ¿Las madres de estos profesionales van al ginecólogo? ¿Piensan en ellas cuando les hace tanta gracia? ¿En qué se fija el profesional, en la patología o...? Todas estas cuestiones que atormentan a muchas mujeres cuando se someten a este vía crucis parece que han tenido una respuesta muy desafortunada, tanto en el chistoso como en los que le ríen las gracias o callan corporativamente. A los que no son del gremio ya no les quedan ni excusas.
En un chat alguien dice que es de amargados tomárselo a mal y que él se ríe de si mismo . ¿También se carcajea cuando va al médico preocupado por una dolencia? ¿Le gustaría verse reflejado en un chiste tras la visita médica? Creo que a los profesionales les conviene desmarcarse del chistoso, sea cual sea su ideología, para que las mujeres acudan con confianza a su consulta, o habrá que elegir al médico-especialista por su sexo. A una mujer no le deben hacer tanta gracia las afecciones propias de su sexo.
Pero éste no es el problema ni tiene mucho que ver con lo chistoso o gracioso que sea ese ginecólogo de Oliva, que ya sabemos que muchos lo son, sin fijarse si hacen gracia o no; son simplemente patosos populistas. La cuestión se plantea porque muchas mujeres deben colocarse en posiciones indignas y mostrar sus partes íntimas ante un profesional, y no es agradable, pero sí necesario. ¿Qué pensarán a partir de ahora? ¿Que el médico, sometido al juramento de Hipócrates, aprovechara su visita para hacer un chiste entre cerveza y cerveza? ¿Las madres de estos profesionales van al ginecólogo? ¿Piensan en ellas cuando les hace tanta gracia? ¿En qué se fija el profesional, en la patología o...? Todas estas cuestiones que atormentan a muchas mujeres cuando se someten a este vía crucis parece que han tenido una respuesta muy desafortunada, tanto en el chistoso como en los que le ríen las gracias o callan corporativamente. A los que no son del gremio ya no les quedan ni excusas.
En un chat alguien dice que es de amargados tomárselo a mal y que él se ríe de si mismo . ¿También se carcajea cuando va al médico preocupado por una dolencia? ¿Le gustaría verse reflejado en un chiste tras la visita médica? Creo que a los profesionales les conviene desmarcarse del chistoso, sea cual sea su ideología, para que las mujeres acudan con confianza a su consulta, o habrá que elegir al médico-especialista por su sexo. A una mujer no le deben hacer tanta gracia las afecciones propias de su sexo.
¿Conocen los ginécologos esta situación? Espero, por su bien, que se den mucha prisa en demostrar que son conscientes de que nadie va al médico para pasar la tarde. Bueno, o casi nadie; a algunos no les vendrá mal acudir al psicoanalista, o hacer chistes sobre lo mal que se lo pasa quien ha metido la pata, que necesita tanta ayuda para sacarla.