El referente de Nagiko es una poetisa, Sei Shonagon, de la que aprende a escribir listas de las cosas que le disgustan y le gustan. Tiene especial preferencia por el color añil, que a medida que progresa el film se llenará de significado. Es una película difícil de ver, en la que se contraponen tradición (aprendizaje del chino mandarín, costumbres antiguas japonesas, indumentarias y peinados...) y la modernidad (aviones que sobrevuelan las ciudades). Esta dialéctica se dará también con la forma, pretendidamente vanguardista, en la que la alternancia de secuencias, combinada con imágenes del camasutra, se logra con la inscripción de unas en otras, que se desplazan en todas las direcciones del encuadre, como una metáfora de su propio cuerpo que describe como un poste indicador apuntando en todas las direcciones.
Su propio padre, calígrafo, que cada cumpleaños le dibuja en la cara una bendición tradicional, mantiene a la familia dejándose sodomizar y humillar por su editor; la niña que no puede comprender ésto se debate en el dilema de elegir a su compañero entre calígrafos indiferentes que sean buenos amantes o excelentes amantes pero pobres calígrafos. Casada de acuerdo con la costumbre nipona y tras fracasar un matrimonio en el que el hombre no siente inclinación por las letras y quema sus libros, huye a Occidente y conoce a un escritor inglés, Jerome (Ewan McGregor) políglota, que la inicia en el arte de la escritura, ofreciendo su propio cuerpo como papel.
Hasta ese momento, la mujer había preferido mantener relaciones con hombres mayores para evitar implicarse emocionalmente. El atractivo del escritor la atrapa y la somete a la pesadilla de los celos, que quebrantan su perfecta unión; la razón es que el joven repite la historia de su padre y se deja sodomizar por el editor, que es el mismo personaje, encarnado por el mismo actor, trasladado en el lugar y en el tiempo. La historia se repite.
Maneja su vida, escribe sus libros, es el pincel, pero pierde a su amante. Éste, como el Romeo de Shakespeare, se suicida y se cubre el sexo con el libro de Sei Shonagon, y le deja a Nagiko su epitafio: "Reúnete conmigo en todas las bibliotecas del mundo". La madre despectiva y a su vez despreciada por el hijo, lo describe como un disléxico sin imaginación. El editor, movido por una gran pasión, profana su tumba y escribe sobre su piel desollada un libro de cabecera, mientras se oye la voz en off de Nagiko mostrando sus sentimientos por el color añil, tanto del papel que le envuelve, como de la coloración del cadáver. Escatológico.
Desengañada escribe en los cuerpos de sus sucesivos amantes diferentes libros: el inocente, el idiota, el impotente, el exhibicionista, el amante, tras la muerte de Jerome...Es así como ve a los hombres. Triste y sin aliciente quema sus libros y vuelve a Japón, tras el segundo incendio de su vida, donde tiene una hija, no importa con quién,y donde sigue escribiendo otros libros con el afán de conseguir el escrito en el cuerpo de Jerome, que adoptan la forma de conclusión de sus experiencias: libro de la juventud, de los secretos, del silencio, de la traición, de los falsos comienzos y el deseado de la muerte del editor. Este fin se presagia con el auge de los movimientos ecologístas, cuya actividad se insinúa a lo largo de todo el film con discretas pinceladas, que denuncian la devastación de los bosques y la contaminación de las aguas por la industria del libro, en unos momentos en los que se apunta la posibilidad de prescindir del papel en la comunicación entre los hombres.
A sus veintiocho años Nagiko ha acumulado suficiente experiencia para escribir su diario íntimo, su lista de cosas que hacen que su corazón lata más deprisa, para legárselo a su hija e iniciarla en las artes de la escritura y del amor. El editor que había chantajeado,violado, humillado y profanado a su padre y a su amante, había culminado de forma inexorable su ciclo vital.
El cuerpo de Jerome (excusa para largas secuencias de Ewan MacGregor desnudo en primeros planos) será el vehículo para excitar e interesar a un editor que no siente placer con las mujeres. El cuerpo y la palabra forman un todo inseparable. La literatura y el amor, entendido como pasión carnal (Eros y Afrodita). Su madre pudo disfrutar de las delicias de la carne y de la literatura a un tiempo a cambio de su sumisión; Nagiko perteneció a una generación de mujeres que no aceptaban esta pasividad y esta elección le impuso un sacrificio.
Jerome encarna el cosmopolitismo del judío ( pene circuncidado), políglota y sin patria. La primera escritura sobre el cuerpo de la mujer será en yiddish, lengua de los judios ortodoxos de todo el mundo. Él encarna la modernidad, con su máquina de escribir; ella la tradición oriental , con su escritura en chino mandarín, que mantendrá después de su travesía hacia su propia liberación, ejerciendo todas las profesiones de una mujer occidental, incluída la de modelo de pasarela .
La ruptura con el modo de representación convencional, o institucional según la terminología de Nöel Burch, alcanza a los personajes. El hombre, y especialmente Ewan McGregor, será el dotado de sermiradaidad, el provocador de la pulsión escópica del espectador, para disfrute de sus fans.
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