IAN GIBSON. EMPODERAMIENTO
Hace unos 20 años, cuando la gran Mary Robinson era presidenta de Irlanda, le oí utilizar en repetidas ocasiones el verbo to empower y el sustantivo correspondiente, empowerment. Eran términos para mí desconocidos entonces. Hoy se encuentran por doquier. Robinson se refería, con ellos, a la enorme importancia de facilitar poder, power, a la gente necesitada, a los pueblos necesitados, para ayudarles a ir arrostrando ellos mismos, con confianza, sus problemas, y así conseguir un mejor nivel de vida. Era toda una filosofía. Y toda una praxis. Hoy la ex presidenta lidera una organización mundial dedicada a implementar aquel programa, con sendas sedes en Nueva York, Washington D.C. y Génova (Realizing Rights. The Ethical Globalization Initiative). Reconocimiento de su magnífica labor ha sido, entre otros galardones, la concesión del Premio Príncipe de Asturias.
¿Adónde voy con esto? Lo explico. Como no podía ser de otra manera, a los escritores nos fascinan las palabras y el ir acrecentando nuestro caudal léxico. De manera singular, quizás, a quienes nos expresamos en un segundo idioma. En este sentido, cada día me brinda descubrimientos. A uno de los más recientes alude el título de hoy. Ver por primera vez este vocablo en un artículo de Rosa Pereda y recordar a Mary Robinson ha sido todo uno. El término empoderamiento no está en el diccionario actual que más manejo, el espléndido “Manuel Seco”, ni en el DRAE. Se trata, pues, de un hallazgo de última hora, y muy afortunado. Me atrevo a predecir que su difusión será rápida, supongo que con el verbo empoderar añadido.
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