Para Susan George, violencia es todo aquello que impide que la gente satisfaga sus necesidades fundamentales: alimentación, vivienda, vestido y dignidad; Johan Galtung, polítólogo noruego ( creador del triángulo de la violencia: directa, estructural y cultural) profundiza más y afirma que "la violencia está presente cuando los seres humanos se ven influidos de tal manera que sus relaciones efectivas, somáticas y mentales están por debajo de sus realizaciones potenciales...cuando lo potencial es mayor que lo efectivo, y ello es evitable, existe violencia". Galtung habla de cuatro necesidades básicas: subsistencia, bienestar, identidad y libertad.
En la violencia cultural, ámbito de este post, incluye todas aquellas justificaciones que permiten y fomentan las distintas formas de violencia directa y estructural; las creencias que promueven, legitiman y justifican la violencia en sus formas directa y estructural. Así, por ejemplo, la cultura puede conducir a ver la explotación y/o la represión como normales y naturales, o simplemente no llegar a verlas como tales.
Pero, como afirma Maite Sarrió Catalá, no debemos obviar la violencia que se ejerce contra un@ mism@. Cuando no nos gustamos en el espejo, cuando morimos de anorexia o corriendo por la carretera, cuando perdemos la vida por no ponernos un arnés o mantenemos ua posición de sumisión en la pareja, estamos siendo violentos con nosotros mismos.
Nos violentamos porque creemos y actuamos en base a unos modelos y valores aprendidos cuya base es el Miedo que el sistema utiliza para desempoderarnos y mantener su estatu quo. Tenemos miedo de no cumplir con el modelo de hombre y mujer que la sociedad dictamina. Desde la idea creas lo que crees generamos violencia y nos autogeneramos violencia porque nos la creemos y así la convertimos en realidad. Somos víctimas y a la vez responsables de la violencia existente.
Woody Allen y Jean-Luc Godard nos presentan a unas mujeres en situación de crisis, que reaccionan de manera diferente en una situación de crisis económica, porque parten de una estructura de pensamiento distinta. Según Godard el lenguaje limita nuestra realidad y muchas veces, desde el poder, se potencia la pobreza del pensamiento de tal manera que la realidad económica genera una actitud colectiva desempoderada y débil, preparando a los individuos para que acepten todos los sacrificios que se les exijan, aun en contra de sus intereses.
Cecilia, la protagonista de La rosa púrpura del Cairo (Woody Allen ), encarnada por Mia Farrow, es una pobre mujer, que sobrevive en la crísis económica más fuerte que ha padecido Estados Unidos hasta hoy, trabajando como una esclava y arrastrando su propia miseria, mientras mantiene a un marido que la chulea y la maltrata física y psicológicamente. Es víctima de una violencia de género directa; ella intenta escapar de su existencia miserable refugiándose en el amor romántico, única salida que le ofrece una sociedad dirigida por hombres egoístas, que han logrado enredarla emocionalmente, por lo que reproducirá, tanto en la realidad como en la ficción, su situación de mujer maltratada y despreciada. No satisfará ninguna de las necesidades consideradas básicas por Galtung: deberá luchar denodadamento por mantenerse ella y a su marido, no sabrá lo que es el bienestar ni la libertad. Pero lo que es más importante, habrá perdido su propia dignidad e identidad, cuando, fracasada y burlada en su amor, se volverá a enrolar en otra historia de amor inventada, suplantando al personaje femenino que cada día le ofrece la pantalla. Ella pasará a simbolizar a todas las mujeres que se encuentran en esta situación y que encuentran su pequeño remanso de paz, nunca de amor y libertad, en la alienación. Todo esto se produce en el seno de una sociedad que ni tan siquiera lo advierte. ¿Estará sucediendo algo parecido ahora, sin que nos preocupe lo más mínimo ? Algunos contestarán como en el chiste: "Ni lo sé ni me importa".
De este modo Cecilia reproduce como un disco rallado la realidad en la que cree.
Juliette (Marina Vlady), la protagonista Dos o tres cosas que yo sé de ella, de Jean-Luc Godard parte de otra posición. Es una mujer culta y progresista, que viene de un país del Este, y se mueve en un ambiente idealista y revolucionario, en visperas del Mayo Francés del 68. En un momento en que el consumo comienza a desarrollarse, y cuando los protagonistas de estos acontecimientos no podían sospechar los niveles que iba a alcanzar, Godard ya señala la esclavitud a que la economía de mercado somete al hombre, generándole necesidades, cuyo pago deberá afrontar de una manera u otra. Sus mujeres serán víctimas de una violencia estructural, suma de todos los choques incrustados en las estructuras sociales y mundiales. Son mujeres cultas, guapas y jóvenes, sin prejuicios que las aten a sus respectivos hombres, que en ese momento militan en movimientos muy progresistas. Su miedo es el miedo a perder el bienestar de que gozan y en la batalla perderán su dignidad, pues acabarán prostituyéndose y, por un camino distinto, sometiéndose a las exigencias de una sociedad patriarcal que las humilla y utiliza su cuerpo; un lujo sin precedentes: guapas. jóvenes y bien preparadas. ¿Estará sucediendo también esto ahora? Lo característico de la degradación del hombre es que se produce en silencio, como la gente cuando muere (Bergman), mientras la colectividad finge no darse cuenta, metiendo la cabeza en la tierra como las avestruces. Muchos hombres desempoderados serán también víctimas de la miseria humana.
Conclusión: creas lo que crees.
¿Consideras necesaria la formación en igualdad?
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