dimarts, 20 de juliol del 2010

François Truffaut I. Los cuatrocientos golpes


François Truffaut comienza su película Los cuatroscientos golpes con un homenaje a André Bazin, que fue su mentor y lo acogió cuando tenía dificultades. Pero ¿quién fue André Bazin? un crítico cinematográfico (1918-1958), que fundó, junto con Doniol-Valcroze y Josep-Marie La Duca Cahiers du Cinema en 1951. Entre sus colaboradores más prestigiosos se encontraban François Truffaut, Chabrol, Godard y Resnais.

Según Jacques Aumont existe una contradicción, que se perpetúa en el tiempo, entre el trabajo de los críticos y la teoría universitaria o teoría de la literatura; André Bazín o Serge Daney defienden la teoría indígena del cine, que es el resultado de una acumulación de te
orías a partir de las observaciones más pertinentes de los críticos de películas. En la crítica filmica hay tres grandes tradiciones :

-realista, defendida por Bazin
-abstracta, practicada por las vanguardias
-fantástica.

Bazin apoyaba los filmes que 'mostraban' la realidad objetiva, como los documentales (postura que se sigue manteniendo por la revista ) o, en su momento el 'neorrealismo' italiano, y a los directores que consideraba invisibles como Howard Hawks, cuyo film Rio bravo se ha convertido en referente de mucho cine de autor, u Orson Wells. Creía que, cuando lo esencial de una situación depende de la presencia simultánea de dos o más factores de la acción, el montaje está prohibido, y debe ser sustituido por el plano-secuencia o la profundidad de campo, procedimientos utilizados por ambos directores. Otro de sus postulados es la crítica apreciativa, que se basa en que el crítico sólo aborde aquellas películas que le gustaban para llegar a una crítica constructiva.

En 1957 Truffaut escribió un texto que puede ser considerado el Manifiesto de la Nouvelle Vague:
"Los jóvenes cineastas se expresarán en primera persona y nos contarán cuanto les ha pasado: podrá ser la historia de su primer amor o del más reciente, su toma de postura política, una crónica de viaje, una enfermedad, su servicio militar, su boda, las pasadas vacaciones, y eso gustará porque será algo verdadero y nuevo… La película del mañana será un acto de amor"

Tras este largo preámbulo, que pensamos que tanto Bazin como Truffaut se merecen, pasamos a comentar la película objeto del post: Los cuatrocientos golpes. El film narra las experiencias de un adolescente, Antoine Doinel, encarnado por Jean Pierre Léaud, actor-fetiche del autor y su alter ego. Es una obra autobiográfica, en la que un joven, poco integrado en el aula, lo que le acarrea castigos constantes de los profesores, que incluyen vejaciones, humillaciones e incluso algún que otro golpe, no encuentra tampoco paz en su hogar, con una madre arisca, cansada, con amantes, que no puede dedicarle ni tiempo ni afecto; en un momento en que Antoine, ante dos espejos, uno más amplio que abarca la estancia, y otro menor delante que sólo refleja su cara, está buscando su identidad, su ego ideal, encuentra la respuesta en el cine, en la imagen especular que le devuelve la pantalla,; es tal su afición que acude en horario escolar, haciendo pella; este comportamiento y las excusas que inventa le crearán problemas y es muy significativa la secuencia en la que, tras su huida de una casa, que no siente como suya, al regresar la madre lo mima, y lo mete desnudo en su cama, aflorando en su rostro el sentimiento edípico.

Pero este momento idílico dura poco y Antoine sigue faltando a las clases e incluso realiza pequeños hurtos, por lo que su padastro le entrega a la policía que lo recluye en un reformatorio para pequeños delicientes. ¡Tan pequeños! hay incluso niñas de seis o siete años.
Es verdaderamente admirable que personas como Truffaut, tras estas experiencias tuvieran una sensibilidad y una inteligencia sobresaliente, pateada por la sociedad de su tiempo, para disfrutar, siendo un adolescente de cineastas como Bergman, Dreyer, Rosellini, Hitchcock..., que le llevarían años más tarde a convertirse en un director de referencia para los cineastas más grandes de todos los tiempos. Su rebeldía le llevó a desertar del servicio militar; el resultado de su acción una estancia temporal en la cárcel. Muchos pueden dudar de que haya jóvenes que se sientan a gusto con los autores citados, mi experiencia demuestra que es cierto y que Truffaut, en este aspecto, no es único.

Los directores de la Nouvelle Vague carecían de recursos y rodaban con luz natural o usando cohes viejos como travellings y otros artilugios rudimentarios; así se rodó, en un dos caballos, el famoso y precioso travelling final de Los cuatrocientos golpes, que nos muestra, de la forma más sencilla y magistral como Antoine Doinel llega al mar, que no había visto nunca, y donde está su libertad.

Me gustaría destacar la presencia de cierta misoginia en los intelectuales, cineastas,e scritores o poetas de la época, que no sólo la vemos en la madre de Antoine, sino en otras películas suyas como Jules y Jim.
Pero éste no era un fenómeno sólo francés.





Trabajó como actor para Steven Spielberg en Encuentros en la Tercera Fase.








Se recomienda ver las propuestas didácticas de Aula de Filosofía, que podéis encontrar en el enlace de la película.

Se ha escrito mucho sobre esta película por su didactismo, y su posibilidad de utilización en el aula. Pero si en algún momento Althuser tiene razón al considerar la escuela como aparato ideológico del estado, al servicio de la clase dominante, y represivo para los más desvalidos, es en la situación que plantea Truffaut. Nadie puede dudar que se le escapó un genio, en medio de muchos mediocres.

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