Norteamérica es tierra de géneros, y según Jaqueline Nacache ((El cine de Hollywood, 1997) se podría decir que en la época clásica la práctica totalidad de las películas realizadas y producidas correspondían a este cine, y en una gran parte eran adaptaciones literarias, contra las que, como ya sabemos, se muestra abiertamente Jean-Marie Straub. Ahora estamos ante una de ellas, Donde viven los monstruos, adaptación del libro infantil de Maurice Sendak.
El momento más claro para identificar el género es el comienzo del film, en el que se introduce al espectador en la ficción, donde están todos los indicadores del género. En la película de Spike Jonze la primera secuencia es casi un McGuffin, una excusa para trasladarnos al lugar en el que habitan los muñecotes, y que es perfectamente intercambiable con cualquier otra excusa.
Esta primera secuencia es prometedora: una mujer divorciada, que está al frente de una familia monoparental, debe ocuparse de una joven adolescente y un niño, de unos diez años, y trabajar fuera de casa para mantenerse a si misma y al resto del grupo. Aquellas mujeres que se encuentran en esta situación saben bien lo difícil que resulta mantener la doble función, dentro y fuera del hogar, y ganarse el respeto de la sociedad, que 'siempre' las considerará vulnerables y objeto fácil de sus dardos envenenados. Más aún si se atreven a tener una pareja, como es el caso, que al no tener vínculos de parentesco con sus hijos, emite consejos 'muy adecuados' de cómo educarlos, desde una perspectiva externa y carente del amor paternofilial.
El niño, que se siente abandonado, ante una madre que reparte su horario entre el trabajo, el cuidado de la casa y los hijos y el amante, decide refugiarse en su 'isla mental' y aquí entramos ya directamente en la ficción del mundo acotado donde viven los monstruos. Allí es el rey que dirige juegos de niño' a lo bestia ', seguido por unos gigantes, que según Kenneth Turan (Los Ángeles Times) son adultos neuróticos con relaciones disfuncionales; Boyero no entiende " el desamparo de ese niño vociferante" , ni le conmueve su huida. Como he dicho al principio la excusa para la narración cinematográfica es intercambiable: podría ser un niño cualquiera, al que, como decía Fourier, le encanta ensuciarse, romper cosas, y desarrollar sus fantasías más locas con la ayuda de seres que todo lo pueden merced a su fuerza y tamaño, a la medida de la imaginación de los pequeños.
Hasta ahí podría ser mínimamente aceptable, lo peor viene cuando los monstruos comienzan a comportarse como tales, con desequilibrios de poder, problemas de pareja y otros conflictos de los que el niño había pretendido huir, pero que no está capacitado para entender plenamente. Esos no pueden ser los monstruos que atormentan a un niño, sobre todo a los que muestra un lamentable making off que acompaña al film en el DVD. Los realizadores, productores, maquilladores... se lo pasan pipa con sus niños, monísimos, jugando a cineastas. Como no podía ser de otra manera, happy end, niño vuelto a casa con mamá que le espera amorosa y feliz por su regreso.
Lo peor, lo que inhabilita el film, entre otras muchas cosas, tanto para niños como para adultos, es la conmovedora imagen final de Carol afligida y llorando. Pero antes la hemos visto rompiendo las casas de los demás, maltratando a su ¿pareja ?, K-W, que sólo piensa en abandonarla , porque es imposible vivir con ella . La máxima aspiración del monstruo, lo que le incita a realizar algo constructivo, es tener un rey, por lo que se siente muy defraudado cuando descubre que sólo es un niño con imaginación Cuando el niño se va ¿Por qué llora? Cada cual que saque su conclusión.
Visión muy edulcorada del sistema sexo/género, en la que los monstruos son tan parecidos físicamente, que no se deduce cuál es el hombre o la mujer, ni siquiera por su comportamiento. Por cierto, un poco dulzón el de KW ¿hombre o mujer ? que nada tiene que ver con la mujer-cyborg, imaginada por Laura Mulvey y llevada al cine por Camerón.
Parece que la mayor alabanza que ha cosechado es el diseño de los monstruos, retro, por la Jim Henson Company, que puso en escena las fantasías de Cristal Oscuro o Laberinto. En cuanto al guión, estamos con Carlos Boyero cuando afirma que el director Spike Jonze, aliado con los imaginativos, excéntricos y retorcidos guiones de Charlie Kaufman...disfruta con la etiqueta de raro, anticonvencional, lírico y personal.
El momento más claro para identificar el género es el comienzo del film, en el que se introduce al espectador en la ficción, donde están todos los indicadores del género. En la película de Spike Jonze la primera secuencia es casi un McGuffin, una excusa para trasladarnos al lugar en el que habitan los muñecotes, y que es perfectamente intercambiable con cualquier otra excusa.
Esta primera secuencia es prometedora: una mujer divorciada, que está al frente de una familia monoparental, debe ocuparse de una joven adolescente y un niño, de unos diez años, y trabajar fuera de casa para mantenerse a si misma y al resto del grupo. Aquellas mujeres que se encuentran en esta situación saben bien lo difícil que resulta mantener la doble función, dentro y fuera del hogar, y ganarse el respeto de la sociedad, que 'siempre' las considerará vulnerables y objeto fácil de sus dardos envenenados. Más aún si se atreven a tener una pareja, como es el caso, que al no tener vínculos de parentesco con sus hijos, emite consejos 'muy adecuados' de cómo educarlos, desde una perspectiva externa y carente del amor paternofilial.
El niño, que se siente abandonado, ante una madre que reparte su horario entre el trabajo, el cuidado de la casa y los hijos y el amante, decide refugiarse en su 'isla mental' y aquí entramos ya directamente en la ficción del mundo acotado donde viven los monstruos. Allí es el rey que dirige juegos de niño' a lo bestia ', seguido por unos gigantes, que según Kenneth Turan (Los Ángeles Times) son adultos neuróticos con relaciones disfuncionales; Boyero no entiende " el desamparo de ese niño vociferante" , ni le conmueve su huida. Como he dicho al principio la excusa para la narración cinematográfica es intercambiable: podría ser un niño cualquiera, al que, como decía Fourier, le encanta ensuciarse, romper cosas, y desarrollar sus fantasías más locas con la ayuda de seres que todo lo pueden merced a su fuerza y tamaño, a la medida de la imaginación de los pequeños.
Hasta ahí podría ser mínimamente aceptable, lo peor viene cuando los monstruos comienzan a comportarse como tales, con desequilibrios de poder, problemas de pareja y otros conflictos de los que el niño había pretendido huir, pero que no está capacitado para entender plenamente. Esos no pueden ser los monstruos que atormentan a un niño, sobre todo a los que muestra un lamentable making off que acompaña al film en el DVD. Los realizadores, productores, maquilladores... se lo pasan pipa con sus niños, monísimos, jugando a cineastas. Como no podía ser de otra manera, happy end, niño vuelto a casa con mamá que le espera amorosa y feliz por su regreso.
Lo peor, lo que inhabilita el film, entre otras muchas cosas, tanto para niños como para adultos, es la conmovedora imagen final de Carol afligida y llorando. Pero antes la hemos visto rompiendo las casas de los demás, maltratando a su ¿pareja ?, K-W, que sólo piensa en abandonarla , porque es imposible vivir con ella . La máxima aspiración del monstruo, lo que le incita a realizar algo constructivo, es tener un rey, por lo que se siente muy defraudado cuando descubre que sólo es un niño con imaginación Cuando el niño se va ¿Por qué llora? Cada cual que saque su conclusión.
Visión muy edulcorada del sistema sexo/género, en la que los monstruos son tan parecidos físicamente, que no se deduce cuál es el hombre o la mujer, ni siquiera por su comportamiento. Por cierto, un poco dulzón el de KW ¿hombre o mujer ? que nada tiene que ver con la mujer-cyborg, imaginada por Laura Mulvey y llevada al cine por Camerón.
Parece que la mayor alabanza que ha cosechado es el diseño de los monstruos, retro, por la Jim Henson Company, que puso en escena las fantasías de Cristal Oscuro o Laberinto. En cuanto al guión, estamos con Carlos Boyero cuando afirma que el director Spike Jonze, aliado con los imaginativos, excéntricos y retorcidos guiones de Charlie Kaufman...disfruta con la etiqueta de raro, anticonvencional, lírico y personal.
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