divendres, 29 d’octubre del 2010

Fernando Pérez. Suite Habana. El cine documental.

Hoy está en alza el valor del cine-documental. Revistas como Cahiers du Cinema llevan a cabo una gran tarea de difusión con argumentos que unas veces compartimos y otras no. En su número de Octubre de 2010 reproducen un artículo de Joris Ivens, publicado en la La Revue de Vivants numero 10, de octubre de 1931, que nos ayudará a comprender sus razones.

"El documental es la expresión de la realidad en su aspecto causal e inevitable. En primer lugar, constato que el cine documental es el único medio que le queda al cineasta de vanguardia para luchar contra la Gran Industria, ya que el documental revela la realidad tal cual es, mientras que la Gran Industria equivale, generalmente, a la expresión de una mala producción.Además fomenta el mal gusto del público porque no busca generar en él ningún tipo de reacción o actividad, adaptándose a sus necesidades e incluso utilizándolo como fuente de inspiración". Sin practicar un relativismo, en el que no creo, lo cierto es que cada una interpreta la 'verdad' de acuerdo con su propia experiencia, y con la expansión de los medios de comunicación vemos que ni mucho menos es unidireccional.

Suite Habana, de Fernando Pérez, nos muestra, sin palabras, un día cualquiera en la ciudad de La Habana, a través de unos pocos personajes, que en un medio modesto (como en otros muchos lugares del mundo) nos muestran sus sueños y aspiraciones. Esta ciudad es un referente, una excusa para el debate ideológico entre quienes la aman y quienes la critican. Pero no estamos de acuerdo con el viejo cineasta Joris Ivens en que el cine, frente al documental, es una expresión del mal gusto de la sociedad. Él analiza desde su perspectiva ideológica, y la crítica de la pobreza en el mundo; otros muchos utilizan estas mismas imágenes con propósitos bien distintos. Es cierto que los cineastas eligen parcelas de la realidad para mostrar su 'verdad', pero es imposible abarcar la totalidad, y las denuncias de muchos realizadores cinematográficos son un revulsivo social más efectivo que ciertos documentales.


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