dissabte, 17 d’abril del 2010

Modernas y vanguardistas

"Las protagonistas del libro de Mercedes Gómez Blesa: Modernas y vanguardistas: Mujer y democracia en la II República, son las intelectuales españolas del primer tercio del siglo XX, intelectuales procedentes de tres generaciones distintas (las llamadas del 98, 14 y 27), pero unidas por un mismo impulso: el deseo y casi la necesidad vital de ver en la II República, la posibilidad de incorporarse por fin – y de forma legal – a la vida política, social, laboral y cultural, de un país que concibió el nuevo régimen republicano como la vía propicia hacia la modernización de un Estado cuya evolución y desarrollo democrático se había frenado y estancado durante la Restauración. En definitiva, lo que pretendía esta élite femenina de modernas y vanguardistas, porque no hay que olvidar nunca que estamos hablando de una élite de mujeres, de una inmensa minoría en comparación con el conjunto, era salirse del que había sido hasta entonces el camino marcado para ellas, la vida de acuerdo a ese modelo rousseauniano de feminidad, basado en la clásica combinación de domesticidad y maternidad, para encarnar a su vez, un nuevo prototipo de mujer, la “mujer moderna”, llamada a desempeñar la difícil pero necesaria tarea de incorporar a la vida política y cultural española, y como un miembro más de pleno derecho, a ese sujeto femenino que no constaba ni figuraba en ningún libro de historia. En efecto, las intelectuales de cuya vida y obra da cuenta la autora, las escritoras y artistas españolas de este período, son mujeres que proceden, en su gran mayoría, de una clase social alta y acomodada, de familias eminentes de la sociedad española, capaces de dotarlas de un educación exquisita y, dentro de los límites que les impone su sexo, de un cierta libertad de movimiento y de criterio, impensable para el resto de sus congéneres de los estratos sociales más bajos. No obstante, y paradójicamente, son mujeres a las que vemos a la vez como rectoras y subalternas: rectoras del movimiento feminista español, en tanto que fueron las más preparadas y formadas, las únicas capaces de capitanear y verbalizar las demandas del colectivo femenino; pero, a la vez y sin embargo, son conocidas la mayoría de ellas, como muy bien apunta la autora, por una condición subalterna como es su parentesco ilustre o un matrimonio en el que viven a la sombra de un marido que sobresale. Mujeres como Carmen Baroja o María de Maztu, en su condición de hermanas de dos de los grandes de la Generación del 98 o de casos como los de Zenobia Camprubí, María Lejárraga o María Goyri, esposas, respectivamente, de Juan Ramón Jiménez, Gregorio Martínez Sierra y Ramón Menéndez Pidal.
Este vigor cultural del primer tercio de siglo es lo que analiza Gómez Blesa sopesando la participación de las mujeres y su relación con los hombres dentro del movimiento cultural en que confluyen la intelectualidad española de clase social más alta y la no menos importante aportación de las mujeres procedentes de la cultura obrera
Quizá uno de los aspectos más destacables del libro, motivo último de su existencia y oportunidad, es el intento de la autora por remarcar e insistir en la asombrosa efervescencia intelectual que vivió el país durante las tres primeras décadas del pasado siglo. Se produce durante este lapso temporal una especie de renacimiento de las artes y las letras españolas, una “Edad de Plata” de nuestra cultura, en la que conviven e interactúan en un mismo espacio los miembros de hasta tres generaciones distintas, revitalizando el ambiente cultural español y dando origen a la aparición de un figura – la del “intelectual” que interviene en la sociedad de su tiempo para transformarla – que terminará por ser una de las fecundas aportaciones de un período que culminará, precisamente, en la proclamación de un nuevo régimen político, la II República"





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