Su verdadero nombre es john Martin Feeney. Es el decimotercer hijo de unos inmigrantes irlandeses, que tras un intento frustrado de ingresar en la Marina, se trasladó a Hollywood (1913), para trabajar con su hermano Francis Ford, guionista, director y actor. Primero se llamó Jack Ford, pero al final optó por John Ford.
Como han señalado McBride, Wilmington, Place, Carreño, De Fornari y otros, la Irlanda de la que tuvieron que escapar sus parientes por hambre y miseria se fue convirtiendo en su paraíso perdido, deseado, mítico e inalcanzable. Estas inquietudes las plasmaría en Quiet Man (El hombre tranquilo, 1952), The Rising of the Moon (La salida de la luna, 1957) o Donovan's Reef (La taberna del irlandés, 1963), películas tan memorables como su magnífico drama Green Was my Valley (Qué verde era mi valle, 1941).
Estas comedias y dramas tienen mucho en común con sus westerns: el pasado, la familia, el temor religioso del hombre, las relaciones maritales, las tradiciones occidentales...y están contadas por un poeta libre y fiel a sí mismo.
Supo narrar como nadie, sin alzar la voz, lo que significan la soledad, el desarraigo, la vejez, la amistad, la retirada, la familia o sus sucedáneos, el retorno al hogar o la búsqueda de la gloria, incluso en la derrota y la adversidad; Y lo hizo de forma emocionante, positiva, llena de calor y vida, captando al mismo tiempo la belleza del gesto elocuente ( la más perdurable lección de Griffith), las voces, los sollozos, el ruido del viento agitando las hojas o del agua de un río que flue (Francisco Javier Urkijo)
Urkijo afirma, parafraseando al crítico Ángel Fernández Santos, que a su vez citaba a Bertrand Tavernier, que las modas pasan, los cineastas son olvidados, las glorias efímeras se desvanecen pronto, pero John Ford permanece y permanecerá siempre en uno de los lugares de honor de la historia, guste o no guste.
Sólo un director posterior ha logrado emocionarnos y emocionar a otros directores de calado (Amenabar, Alfredson, y muchos otros, que confiesan sin ambages su admiración por el director) de esta manera: Steven Spielberg, y concluyo diciendo lo mismo: guste a quien guste.
Estas comedias y dramas tienen mucho en común con sus westerns: el pasado, la familia, el temor religioso del hombre, las relaciones maritales, las tradiciones occidentales...y están contadas por un poeta libre y fiel a sí mismo.
Supo narrar como nadie, sin alzar la voz, lo que significan la soledad, el desarraigo, la vejez, la amistad, la retirada, la familia o sus sucedáneos, el retorno al hogar o la búsqueda de la gloria, incluso en la derrota y la adversidad; Y lo hizo de forma emocionante, positiva, llena de calor y vida, captando al mismo tiempo la belleza del gesto elocuente ( la más perdurable lección de Griffith), las voces, los sollozos, el ruido del viento agitando las hojas o del agua de un río que flue (Francisco Javier Urkijo)
Urkijo afirma, parafraseando al crítico Ángel Fernández Santos, que a su vez citaba a Bertrand Tavernier, que las modas pasan, los cineastas son olvidados, las glorias efímeras se desvanecen pronto, pero John Ford permanece y permanecerá siempre en uno de los lugares de honor de la historia, guste o no guste.
Sólo un director posterior ha logrado emocionarnos y emocionar a otros directores de calado (Amenabar, Alfredson, y muchos otros, que confiesan sin ambages su admiración por el director) de esta manera: Steven Spielberg, y concluyo diciendo lo mismo: guste a quien guste.
Propuestas didácticas:
Hemos visto,con mucha frecuencia que los grandes hombres se forman en las circunstancias más adversas; Ford fue un emigrante en un país que pronto pasaría por la crisis económica más fuerte antes de la globalización; Spielberg creció en los suburbios de Haddonfield (New Jersey) y Scottsdale (Arizona). Ambos cometieron el mismo pecado, triunfaron y fueron admirados en vida, especialmente por sus camaradas de profesión, pero han tenido que enfrentarse (Spielberg aún vive) a un público manipulado con fines espúreos. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio. Ford ya lo ha logrado.
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