diumenge, 2 de gener del 2011

Electra.

Nuestro colabordor habitual J.E.Acaulis nos ha enviado una serie de reflexiones sobre las mujeres en la Grecia Clásica, rastreando los textos de los grandes creadores de tragedias, como Euripides.

Las tragedias de Eurípides se inician mediante un prólogo que nos introduce en el tea y nos pone en antecedentes, en este caso es un labrador que a la sazón es el marido de la protagonista Electra: Agamenón, conductor de las tropas aqueas en Troya regresa victorioso después de mucho tiempo.
Clitemnestra y su amante, Egisto, asesinan a Agamenón. Dos hijos de Agamenón y Clitemnestra protagonizan la obra: Electra y Orestes 1. El ayo de Agamenón sustrae subrepticiamente a Orestes, de muy corta edad y lo confía a Estrofio, rey de Focea, para evitar que sea asesinado por Egisto. Electra es obligada a casarse con un campesino, de esta forma sus posibles hijos no pueden ser vengadores legítimos de Agamenón.
Electra está carcomida por un intenso e inflexible odio, desea vengar a su padre asesinando a su madre y a su amante. Está esperando ansiosamente a su hermano Orestes que será el encargado de materializar el asesinato. Se lamenta de su sino: lleva el pelo sucio, su peplo hecho jirones, obligada a vivir con un campesino, ¡ella, que era hija del gran Agamenón! ¡ella, que había sido prometida a Castor! 2
Orestes junto a su amigo Pílades, hijo de Estrofio, están en los alrededores de Micenas, su objetivo es idéntico al de Electra: “cobrar su crimen a los asesinos de mi padre”.
Orestes y Electra se encuentran mientras ésta va a llenar un cántaro a la fuente. Su marido se había ofrecido pero ella no puede aceptar esencialmente por dos razones. La primera: “… Ya tienes bastante con tus labores del campo; el de la casa debo disponerlo yo. A un trabajador que vuelve del campo le resulta agradable encontrar todo bien dispuesto”. Es decir la mujer debe ocuparse de las labores caseras. La otra razón: “no porque haya llegado a tal punto de indigencia, sino para mostrar a los dioses los ultrajes de Egisto”. Electra es reconocida por Orestes como consecuencia de los continuos lamentos de aquella. Orestes está de incógnito, no quiere revelar su identidad y se hace pasar por un amigo de éste. Es el ayo de Agamenón quien le delata a su hermana.
El reconocimiento de sus identidades (anagnórisis) se ha consumado, ahora se planifican los asesinatos de Egisto y Clitemnestra.
Un mensajero informa a Electra, mediante un largo parlamento, del asesinato: Egisto se dispone a celebrar un sacrificio a las ninfas en el campo, Orestes se hace el encontradizo y es invitado por aquel a participar en el sacrificio y posterior banquete, pero cuando Egisto le suministra un cuchillo para que parta las costillas de la res sacrificada y mientras éste se agachaba observando las vísceras de la víctima, es asesinado por Orestes. Eurípides nos presenta, pues, un asesinato en el que se utiliza engaño, no a cara descubierta.
El turno fatal, ahora, recae en Clitemnestra. Hay que atraerla al lugar propicio. El lugar elegido: la casa donde vive Electra junto a su marido. El motivo urdido para atraerla, de nuevo el engaño: ha tenido un hijo y se debe ofrecer un sacrificio según dicta la costumbre. Sabe que su madre acudirá: “Si. Y seguro que llorará la posición humilde de mi hijo”, le responde al ayo cuando éste la interpela: “¿Cómo? ¿Crees, hija mía, que le importas tu algo?
No hay ningún atisbo de duda en Electra, su resolución debe implementarse. Electra es inflexible y conmina a su hermano que se muestra indeciso, que titubea ante el horrible crimen, se trata de un matricidio y pone en duda que haya sido Apolo el mandatario del asesinato: “Pues tampoco podría yo tener por bueno este oráculo”, “¿No me habrá aconsejado esto un genio tomando la figura del dios?
Engañada Clitemnestra, acude a la humilde casa de Electra, ostentosamente en un lujoso carruaje y acompañada de esclavas troyanas. Comienza el enfrentamiento (agón) entre madre e hija.
Clitemnestra justifica el asesinato de su marido por dos razones, el sacrificio de su hija Ifigenia para propiciar el asentimiento de los dioses que les negaban el viento necesario para transportar la armada aquea a Troya y una vez finalizada la contienda, Agamenón se presenta en su palacio con Casandra (3): “Pero vino con una enloquecida doncella poseída de dios y la introdujo en mi cama; con que éramos dos novias alojadas en la misma casa”.
Cuando Clitemnestra se introduce en la casa para efectuar el sacrificio prescrito para su pretendido nieto, es asesinada por Orestes.
Deux ex machina aparecen los Dioscuros sobre el palacio afeando su conducta: “…no has obrado con justicia… Y Febo… (mas callaré, pues es mi soberano) con ser sabio no te ha aconsejado sabiamente en su oráculo” indicando a Orestes que a partir de ahora debe cumplir lo que la Moira y Zeus han decretado: exilio de Micenas, juicio en el Areópago (4) de Atenas, persecución por las Keres (5),…
Eurípides hace recaer en Electra la personificación de los valores más conspicuamente retardatarios: Los matrimonios deben celebrarse entre personas de la misma clase “Y en verdad es feo que sea la mujer, y no el hombre, quien manda en una casa. Aborrezco a los hijos que en una ciudad no reciben el nombre de su padre, sino el de la madre. Cuando un hombre casa con una mujer notable y superior a él no se habla del hombre sino de la mujer”. En la época micénica, aristocracia y riqueza estaban íntimamente relacionadas puesto que los notables poseían la mayor parte de la tierra y habitualmente eran guerreros, era uno de los pocos métodos para conseguir riqueza. En el siglo V a.C. que es cuando fue escrita la tragedia, había más medios para conseguirla, fundamentalmente la actividad comercial. El matrimonio era una forma de blindar la posición social, hecho que ha subsistido, si bien muchísimo más restringido, en nuestra sociedad hasta hace bien poco. Electra es pues terriblemente humillada al obligarle a casarse con un campesino, es un acto anti natura, éste no osa consumar el matrimonio tiene miedo al posible regreso de Orestes y Electra permanece virgen.
Denuesta la belleza en los hombres y la declara incompatible con otros valores rancios, “! … y estabas dotado de belleza ¡Pero tenga yo un esposo no con aspecto afeminado, sino al estilo varonil. Los hijos de estos últimos son afectos a Ares; en cambio los guapos son un mero adorno de los coros”. Las mujeres deben realizar las labores domésticas. En el modelo griego el modelo de mujer asumido era terriblemente represor, bajo ningún concepto una mujer no podía hablar con desconocidos y así, el marido de Electra (un inferior) se atreve a decirle: “ !Vaya¡ ¿Qué forasteros son éstos que veo en mi puerta? ¿Por qué razón han venido a mi casa del campo? ¿Me necesitan a mí? En cualquier caso, es feo para una mujer casada estar en compañía de hombres mozos.”. Más aún, Electra espeta a su madre: “… apenas partido tu esposo de casa, cuidabas los rubios bucles de tu pelo ante el espejo. Mujer que en ausencia del marido se esfuerza en embellecerse se tacha a sí mismo de mala. A menos que busque algún mal, en nada le conviene mostrar en la calle un rostro hermoso.”
(1) En la Electra de Sófocles son tres hermanos, Crisótemis que adopta la posición de no tomar parte en el asesinato, aunque lo considera justo, por temor al fracaso: hay que rendirse a la razón de la fuerza y los hombres son mucho más poderosos.
(2) Castor es hermano de Clitemnestra y Helena y por tanto tío de Electra.
(3) Casandra es oráculo de Apolo e hija del rey Príamo de Troya. Es asignada como esclava a Agamenón.
(4) Areópago, tribunal para delitos de sangre, localizado en una colina denominada de Ares (dios de la guerra) en Atenas debido al juicio al que fue sometido éste por haber asesinado a Halirrocio, hijo del rey del mar (Posidón).
(5) Las Keres: Hijas de la Noche, persiguen los delitos de hombres y dioses. Nunca cejan las diosas en su terrible cólera antes de aplicar un amargo castigo a quien comete delitos. (Teogonía, 220 y siguientes)
J.E. Acaulis




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